Sinfonías, Conciertos, Obras para el teatro, Ballets, Canciones. Leonard Bernstein, director. Varios intérpretes y orquestas.
Sony Classical, 88985345312 (25 CDs)
Perdiendo el yo
Descamisado y con jeans azules ajustados, muy bronceado, con un pitillo a medio acabar sujetado entre unos labios resecos que humedecía con un vaso de whisky, Leonard Bernstein se dirigía a sus alumnos en una de sus últimas apariciones en Tanglewood, mientras se agotaban todas las localidades para el concierto que iba a dirigir el maestro con sus propias obras. La carretera del estado de Massachusetts que unía Tanglewood con Boston y las principales ciudades del Estado se colapsó, atascos kilométricos de aficionados que no querían perderse a la Boston Symphony dirigida por Bernstein en las Danzas sinfónicas de West Side Story y en la música para el film On the Waterfront (La ley del silencio). Todos sabían que el espectáculo estaba servido: escucharían música, sí, pero principalmente verían en acción al hombre espectáculo, el mismo que se inventó los “Conciertos para jóvenes” para la CBS en un Carnegie Hall que colgaba el sold out en cada sesión y con los que la cadena americana ingresó multimillonarias sumas por la publicidad; ese hombre, al que los suyos llamaban Lenny, dirigiría su propia música mientras ofrecía su particular coreografía en el pódium. Bailaría, gemiría, gritaría, sudaría y lloraría: así era Leonard Bernstein, el genio y el humanista que en 2018 cumpliría cien años y del que Sony nos regala esta fantástica edición dedicada a su propia música. Edición que trae 25 CD y un espectacular libro repleto de fotos y textos de Jamie Bernstein y John Mauceri.
“Mi hombre ideal, si tuviera que elegir entre los vivos, quizá sería Albert Schweitzer… O Leonard Bernstein”. Estas palabras de Audrey Hepburn como la soñadora Holly Golightly en el filme Breakfast at Tiffany's (Desayuno con diamantes), representan muy bien el impacto de Lenny en la sociedad americana de los años sesenta y setenta, cuando aún en Europa no era del todo conocido, hasta que decidió hospedarse en una ciudad llamada Viena para dirigir cómo, cuándo y dónde quería a una tal Wiener Philharmoniker. Son precisamente grabaciones de esos años las que Sony ha editado primorosamente, manteniendo las portadillas originales, grabaciones que para el público europeo eran de difícil acceso y hoy aún lo son, ya que Europa se nutrió discográficamente hablando de discos amarillos y rojos, hasta que el mercado abrió sus puertas e Internet decidió por su naturaleza incontrolable desmontar cualquier teoría de cómo vender música.
“El mundo que se enamoró de West Side Story quería más de lo mismo, y se preguntaba como el compositor se dedicaba a perder el tiempo escribiendo Sinfonías… Y los admiradores de la maravillosa música seria del primer Bernstein maldecían que malgastara su talento escribiendo cosas como West Side Story…”, afirmaba Richard Dyer, crítico del Boston Globe que conocía estrechamente a Bernstein. Esta caja precisamente nos ofrece estas dos caras de Lenny: la seria (a veces mucho, cuesta creerlo) y la menos seria, principalmente con su música para el teatro, tipo West Side Story, de la que encontramos varias versiones: el musical en dos actos con el reparto original de Broadway (1957), la Banda Sonora Original para la película homónima (1960) y las Danzas Sinfónicas, estas dirigidas por Bernstein a su Filarmónica de Nueva York, ya que completa no lo pudo hacer hasta que se le reunió en los ochenta una orquesta especial y cantantes como Carreras, Troyanos y Kanawa (DG).
Hay que recordar que Bernstein es uno de los pocos casos (o el único) en los que el propio compositor ha dirigido mejor que nadie sus propias obras. Esta edición con toda la música escrita por el grandioso director se completa con arreglos de jazz e interpretaciones de grandes músicos como Yo-Yo Ma o Previn.
“Todavía no he aprendido la lección del todo. Sigo enloqueciéndome y yéndome del escenario tras dirigir; a veces tienen que arrojarme un cubo de agua; esa situación ideal es la pérdida total del yo”. Anticipadamente, ¡feliz 100 cumpleaños!, Lenny.
Gonzalo Pérez Chamorro