Obras propias y de MOZART, SCHUMANN, BRAHMS, MAHLER, RAVEL, etc. Diferentes solistas y orquestas / Leonard Bernstein, piano y director.
Sony Classical 88985483792 (11 CD)
“UN GENIO UNIVERSAL”
Arthur Rubinstein consideraba a Bernstein como “el más grande pianista entre los directores, el más grande director entre los compositores y el más grande compositor entre los pianistas… un genio universal”. Ha llovido mucho desde que el famoso virtuoso del teclado pronunciara esta sentencia y, desde luego, las palabras deben ser situadas en el contexto temporal en que fueron emitidas; pero sí hemos de admitir (aún hoy) que el caso del americano es excepcional, y debe ser considerado como uno de esos músicos integrales que surgen cada cierto tiempo en la historia, cuyo talento (personal e inimitable) muestra modelos conceptuales más amplios que abren nuevas posibilidades a considerar en el arte de los sonidos.
Sentado al piano añadía un elemento más a su capacidad para comunicarse con la orquesta o solistas con los que colaboraba. Al abandonar la batuta entraba a formar parte del soporte físico que sostiene el fenómeno musical, integrándose en su discurso como un instrumento más de los que intervienen en la interpretación. Indudablemente Bernstein tocaba mucho más el piano en sus primeros años; casi se podría considerar el teclado como su primer amor musical, pero nunca dejó de hacerlo ya fuera a solo, como acompañante de solistas o grupos instrumentales, o dirigiendo una orquesta desde el sillón donde pulsaba las teclas.
Bernstein pianista
El nuevo álbum propuesto por Sony Classical ofrece la posibilidad de acercarse a esta faceta de Bernstein, llevándonos por un recorrido que abarca registros, desde los últimos años cuarenta, hasta los primeros setenta. Hay una buena presencia de Mozart; los dos primeros CD están dedicados al de Salzburgo, además de la mitad del último, donde se incluye el Cuarteto KV 478 con el Juilliard de los buenos tiempos. Los conciertos KV 450 y KV 453 son grabaciones de estudio fechadas en mayo de 1956 con la Columbia Symphony Orchestra, la orquesta integrada por músicos de diferentes formaciones norteamericanas que el sello Columbia ideó para sus grabaciones sinfónicas con el fin de ahorrase algún dinero, y destinada a ser dirigida principalmente por Bernstein y Bruno Walter. Ya entonces Bernstein muestra una afinidad con el universo mozartiano que veremos confirmada en posteriores versiones de ambos conciertos.
Más cercanas a nuestro tiempo (1968 y 1974) son las grabaciones del Concierto para tres pianos y el KV 503, el primero ya con la Filarmónica de Nueva York, y con la Filarmónica de Israel el segundo; en su acercamiento a este último encontramos ya evidentes rasgos que se anticipan al mundo concertante beethoveniano. Como debe ser por otra parte. Precisamente el tercer CD está dedicado íntegramente al Concierto para piano n. 1 de Beethoven; un registro de 1960 con la Filarmónica de Nueva York. Bernstein, al igual que sucede en sus imágenes al frente de la Filarmónica de Viena, entiende esta obra, más que como una continuación del mundo mozartiano (como a menudo suele ocurrir), como un preámbulo de lo que acontece en el último de los Conciertos del de Bonn.
Obras icónicas
El cuarto CD reúne tres obras icónicas en el repertorio del americano: quizás el más relevante Segundo de Shostakovich jamás grabado, desde luego la interpretación supera con creces la escasa música contenida en la obra; un impresionante Concierto en Sol de Ravel, muy bien tocado, que más tarde superaría si cabe en vivo con la Filarmónica de Viena; y una arrebatadora Rapsodia en Blue. Son grabaciones de 1958 y 1959 con la Filarmónica de Nueva York (Shostakovich) y la Orquesta de Columbia.
El quinto disco recoge las grabaciones más antiguas de la edición; se sitúan entre 1945 y 1949 y entre ellas encontramos una versión “juvenil” de precario sonido del Concierto de Ravel antes mencionado, esta vez con la Philharmonia (1946), canciones de Blitzstein y propias acompañando a Walter Scheff y Blanche Thebom y sus Siete Aniversarios y la Sonata para piano de Copland, ya él solo al teclado en estas dos últimas obras.
Del sexto CD al décimo se dedican a la labor de Bernstein como acompañante de Lied. No podía faltar Mahler; los CD sexto y séptimo están dedicados a sus Lieder. El primero contiene la célebre grabación de Des Knaben Wunderhorn con Christa Ludwig y Walter Berry. En el segundo se encuentra la grabación oficial del programa ofrecido en el memorable recital monográfico del 8 de noviembre de 1968 en Nueva York con Dietrich Fischer-Dieskau, realizada en estudio los días 4 y 6 de ese mismo mes. Los CD ocho y nueve contienen grabaciones con Jennie Tourel, repartidas entre el recital del Carnegie Hall del 2 de marzo de 1969 y tomas de estudio de 1950 y la década de los sesenta; en ellos se dan cita desde los Liederkreis Op. 39 de Schumann hasta los Cantos y danzas de la muerte de Mussorgsky.
El décimo, dedicado íntegramente a Brahms, recoge una toma del 2 de mayo de 1972 en Viena con Christa Ludwig. Finalmente, en el último disco el Quinteto para piano de Schumann acompaña al Cuarteto de Mozart al que hacíamos referencia al principio.
En conclusión, pedazos de historia que completan la imagen de un músico referencial de nuestro pasado más reciente.
Rafael-Juan Poveda Jabonero