Piotr Beczala, Julia Kleiter, Rebeca Olvera, Spencer Lang, Cheyne Davidson, Martin Zysset.
Coro de la Ópera de Zúrich. Philharmonia Zürich / Fabio Luisi. Escena: Andreas Homoki.
Accentus ACC20435 (DVD)
Música y sonrisas
Son pocas las operetas en lengua alemana (a excepción de El Murciélago de Johann Strauss hijo) que cuentan con versiones notables en imágenes. Tampoco las del gran continuador en los países germanos del “Rey del Vals”, Franz Lehár (1870-1948), austríaco nacido en lo que hoy es Hungría y que es el último y mayor representante del género en el siglo XX. Con la octava de sus 38 operetas, La viuda alegre (1905), alcanzó un gran éxito y justo renombre. De los títulos que siguieron (estrenados en Viena o Berlín) se mantienen en repertorio en los países de su lengua otra decena, y entre ellos uno de los más destacados logros es sin duda Das Land des Lächelns (Berlín, 1929), que contiene una de las arias de tenor (“Von Apfelblüten einen Kranz”) más bellas e inspiradas del género. (Por cierto, me parece que la habitual traducción El país de las sonrisas no es la más indicada).
Esta es la segunda versión filmada que conozco tras la floja y muy anticuada de Kollo, Pitsch-Sarata/Ebert (DG), pero resulta inevitable compararla también con las dos principales de audio, ambas del sello EMI: la de Gedda, Rothenberger, Renate Holm, Harry Friedauer/Mattes (1967) y la de Jerusalem, Donath, Brigitte Lindner y Martin Finke/Boskovsky (1982). El dificilísimo papel del Príncipe Sou-Chong (que requiere un legato magistral, línea de canto y regulación del sonido muy sofisticadas) fue inmortalizado por Nicolai Gedda y desde entonces es iluso pretender encontrar algún tenor a su altura. En cualquier caso, tanto el joven Jerusalem como el hoy en sazón Beczala (cuyo territorio originario y quizá más natural es precisamente el de la opereta) resultan espléndidos. Este último, con un hermoso timbre, una técnica muy depurada, elegancia en el fraseo y un conocimiento certero del estilo, es con seguridad la elección más acertada hoy día.
La gran sorpresa ha sido para mí la soprano lírica (con tintes de ligera) Julia Kleiter: preciosa voz, excelente canto y todo lo demás (actuación incluida) con el solo pero de algún sobreagudo un poco estridente; poco tiene que envidiar globalmente a sus dos grandes antecesoras citadas. Estupenda también la soprano ligera Rebeca Olvera como Mi, y correcto Spencer Lang como Gustl. Regular Davidson en su brevísima aparición como Tschang, y muy en su sitio Martin Zysset en el papel del cómico Jefe de los eunucos.
Espléndido el coro, soberbia la orquesta y sensacional la batuta de Fabio Luisi, que, oh sorpresa, parece todo un especialista, aventajando incluso al indiscutido experto Boskovsky. Ese especial mundo lehariano, elegantísimo y decadente, resulta que parece irle como anillo al dedo al maestro italiano.
Para terminar de redondear la faena, la escena de Andreas Homoki, que lidia con un argumento delirante, es ejemplar: estéticamente impecable, sensata, sin la menor extravagancia y logrando creíbles interpretaciones de los cantantes. Un producto, pues, muy difícil de superar hoy por hoy. Sonido e imagen a pedir de boca; solo se echan en falta los subtítulos en español.
Ángel Carrascosa Almazán