Obras de MORRICONE, SATIE, CHOPIN, LIGETI, BACH, RACHMANINOV, GAINSBOURG, VILLA-LOBOS, COUPERIN, VIVALDI-BACH, BRAHMS, PÄRT, GLASS, SCARLATTI, LISZT, CAGE, MARCELLO-BACH.
Khatia Buniatishvili, piano.
Sony Classical 19439795772 (CD)
El “laberinto” de Khatia Buniatishvili afirma ser “nuestra mente, una polifonía compleja de pensamientos, sentimientos, sueños, reminiscencias, historias, traumas, sensaciones, tanto imaginarias como reales, conscientes e inconscientes”. Pero este laberinto podría ser la amalgama de rutas musicales que ofrece como vías de escape, desde la música que proviene del cine (Morricone, Glass), de la canción francesa (Serge Gainsbourg), de esa clásica saturada por lo mucho y mal interpretada (Villa-Lobos, Satie) a lo esnob de un Pärt (la atractiva Pari intervallo para piano a cuatro manos, que toca con su hermana Gvantsa), pasando por recuperaciones necesarias en el repertorio de Khatia como Ligeti (qué manera de interpretar Arc-in-ciel), Brahms (Op. 118/2) o Couperin (Les Barricades mystérieuses).
También hay Bach (la Badinerie y un arreglo con Gvantsa del Aria de la Suite n. 3), Chopin, Liszt, Rachmaninov, Vivaldi-Bach, Scarlatti, Marcello-Bach y los 4’33’’ silenciosos minutos de John Cage, casi al final del disco, que rememora como una visita a un cementerio en el silencio primaveral.
Abundan últimamente los discos con piezas diversas donde el pianista, bajo un leitmotiv, introduce tres siglos de música sin pudor, como un menú degustación al que se le hace algo largo el tramo final, ante la cantidad de sabores y experiencias acumuladas desde el inicio de la sesión. Lo mejor de Khatia está en que su sonido, como ya hizo en Motherland, da unidad a todo el concepto, sabiendo que desde la primera a la última nota, el cocinero ha puesto su sello en cada plato.
Gonzalo Pérez Chamorro