WAGNER: Sonata en la bemol mayor. LISZT: Années de Pèlerinage (4 Piezas). Sonata en si menor. Ave verum corpus (tr. Mozart). MOZART: Fantasía en do menor. Suite en do mayor (Allemande).
Kit Armstrong, piano.
CMajor 756508 (DVD)
EN CASA DE WAGNER Y LISZT
Registrado en ese edén que es el bellísimo Teatro barroco de la Ópera del Margrave en Bayreuth, este idílico envoltorio es el elegido por el joven pianista Kit Armstrong para homenajear a dos de sus más venerados vecinos. No olvidemos que en esta localidad bávara reposan (a pocos metros de distancia) los restos de esos colosos que fueron Wagner y Liszt, compartiendo aquí teclado en un programa que clausura el niño travieso de Mozart. Un magnífico recital de marcado sabor autóctono pues, aparte de la música pianística de estos célebres “bayreuthenses”, adquiere protagonismo el fabricante de los dos pianos que resuenan, ambos paridos por la casa Steingraeber. Empresa familiar ajena a la mercadotecnia ubicada a unos pasos de Wahnfried, que exhibe dos instrumentos separados por un siglo de vida.
El primero (oscuro, austero y metálico) es de 1890, siendo una copia del que manoseaba Liszt. Armstrong ofrece en él la Sonata en la bemol mayor (de evidentes reminiscencias beethovenianas) que Wagner dedicara, ya exiliado en Suiza, a su diosa Mathilde Wesendonck, además de cuatro piezas de los Años de Peregrinaje de su suegro: Au bord d’une source, el Sonetto 123 de Petrarca, el segundo de los Cyprès de la Villa d’Este y Les Jeux d’eaux... Resulta asombroso que, pese a lo arcaico del mecanismo, consiga una sutil pulcritud y nitidez en la exposición. Belleza, lirismo y placidez formal, con aroma a recitado, que rememora la sombra formal de su profesor, el legendario Alfred Brendel, al que conoció a edad temprana, dejando una huella visible en su refinada concepción pianística (como bien atestiguaba el estupendo documental Set the piano stool on fire). Para el californiano, Liszt es un poeta embelesado y soñador, de ahí que despliegue una amplia paleta de sutilezas tímbricas y dinámicas, capaz de recrear una atmósfera plagada de belleza, suspiros, versos y nostalgia.
Para la mega Sonata, se sienta ya ante un piano contemporáneo. Una lectura clásica, sin cataclismos, estruendos ni erupciones, sosegada y versificada, de enorme expresividad y elegancia, avivada por un espiritual aliento en el cantabile, que consigue ahondar en la desnudez de su hermosura melódica, sin entrar en batallas ni en violentos contrastes armónicos (deliciosa Fuga). Una visión de Liszt muy cálida, pacificadora, serena, casi filosófica, que renuncia al virtuosismo y a la gimnástica, buscando siempre lo esencial mediante la interiorización y la introspección. Lo decíamos antes, puro Brendel.
La Fantasía en do menor expone un Mozart más clásico que romántico, de tempi lentos, resuello melancólico y sentimental, sin estridencias ni salidas de tono. En la Allemande de la Suite KV 399, con el que finiquita el concierto, se puede escuchar con enorme claridad toda la maraña contrapuntística y polifónica. Un pianista para el futuro.
Javier Extremera