Tercer disco ya que Naxos dedica a la obra orquestal de Kara Karayev (1918-1982), y lo cierto es que se trata de una gratísima sorpresa, muy por encima de la que quizá sea la obra más popular de este compositor azerí, el ballet Las siete bellezas, una suite que también ha sido grabada por este sello. En las dos partituras aquí recogidas, Karayev se desmarca de los corsés folcloristas en los que se veían encerrados muchos creadores soviéticos de repúblicas asiáticas para crear una música más personal y abstracta.

La Sinfonía n. 1 (1943) es interesante a nivel formal (dos únicos movimientos), tímbrico (para tratarse de un trabajo juvenil denota un gran conocimiento de la orquesta, aunque haya pasajes que evoquen soluciones sonoras de Shostakovich) y sobre todo expresivo, con un dramatismo en el que es difícil no escuchar un eco de la guerra que en ese momento la Unión Soviética sostenía con la Alemania nazi, aunque también un humor sardónico y grotesco.

El Concierto para violín (1967), en cambio, sorprende por la aparición en él de algo tan aborrecido por el realismo socialista como el serialismo, que no por disimulado resulta menos evidente; una rara avis que seduce por su inventiva y variedad de registros. Las versiones, excelentes.

Juan Carlos Moreno