J. Weber, A. Mayer, E. Wagner, A. Bader, V. Vonášek, D. Wollenweber, K. Wagner, S. Dohr, S. Willis, P. Ernesaks, J. Lamotke, A. Žust, A. Schoch, M. Janoušková, J. Vogler, R. Kolinsky, J. Schlichte, M-P Langlamet, S. Kaminski, J. Martiník.
Capriccio C5522 (3 CD)
Ave Fénix checa
Quien no haya escuchado aún a Miloslav Kabeláč (1908-1979) puede dejar lo que esté haciendo y buscar la passacaglia Mysterium času (Misterio del tiempo) Op. 31, a ser posible en el archivo del Digital Concert Hall (Berliner Philharmoniker / Jakub Hrůša, 2019). No se arrepentirá. Esta subyugante composición de 1957 puede figurar sin despeinarse al lado de cimas orquestales del siglo XX como la Sinfonía Asrael de Josef Suk o la Sinfonietta de Leoš Janáček.
Kabeláč está de enhorabuena. Después de haber permanecido durante décadas en el ostracismo discográfico (muy poco se podía encontrar, aparte de lo que grabó Karel Ancerl), aparece esta integral de su música de cámara en Capriccio, la cual se une a la grabación de las sinfonías completas (SOČR / Marko Ivanović), a un disco con obras pianísticas (Jan Bartos) y a otro con diversas obras sinfónicas (de nuevo Ivanović, todos en Supraphon), como ejemplos destacados.
La mención de la Berliner Philharmoniker no es gratuita. Esta triple entrega con la obra de cámara de Kabeláč se nutre de solistas de esta orquesta para llevar a cabo la mayoría de los registros. Entregadísimos solistas, habría que añadir, que en las notas muestran su admiración por este compositor que nació y falleció en Praga, sufrió el nazismo (Berta Rixová, su esposa, era judía y él se negó a repudiarla) y vivió el posterior régimen autoritario comunista.
Las obras más tempranas, como la Sonata para trompa y piano Op. 2, el Sexteto para viento Op. 8 o la Sonata para violonchelo y piano Op. 9, ya contienen los santos y señas de Kabeláč: expresividad muy concentrada, dentro de un orden sintético, con un lenguaje que sigue la imaginaria línea Smetana-Dvořák-Janáček-Martinů.
La tensión creciente y explosión dramática de Mysterium času encuentra eco en la Balada para violín y piano Op. 27, que viaja desde una oscuridad melancólica a una rabia a duras penas contenida. Las anteriores Dos piezas para violín y piano Op. 12, sonidos de la guerra que coinciden en el tiempo con la Sinfonía n. 1 Op. 11, también fuerzan lo cáustico y abrasivo.
Kabeláč ignora la formación tradicional del cuarteto de cuerda y presta atención a combinaciones nada habituales, como ocurre en las Canciones de caza Op. 37 para barítono y 4 trompas o en la Sonata para trompeta, piano, percusión y narrador Op. 56. Esta última obra, de plena madurez (1975-1976), guarda bastantes similitudes con la también contundente Sinfonía n. 14 (1969) de Shostakovich. Destacan las trompas berlinesas, el idiomático barítono Jan Martiník, la trompeta de Andre Schoch y la narración descarnada de Stefan Kaminski.
Lamenti e risolini Op. 53 ofrece otra versión de las armonías tensas de Kabeláč, expuestas de manera contemplativa. En la línea de Takemitsu, procurando crear un sonido tan intenso como el silencio con el arpa y la flauta.
En resumen: composiciones muy personales, abruptas e imponentes, ofrecidas por solistas de primera que, muy importante, se las creen y las defienden. Un set que llena un vacío inexcusable.
Daniel Pérez Navarro