Orfeo reúne en un cofrecito lo que la esquiva soprano Júlia Várady registró en disco, en especial mientras estaba en activo en la Ópera de Baviera y la Estatal de Berlín. Cada uno de estos discos ya fue comentado elogiosamente en su día en esta revista, pero hay que recordar que posiblemente la estirpe de sopranos centroeuropeas ha tenido en Júlia a una de sus más grandes representantes, sin el debido reconocimiento que otras sí tuvieron en vida, probablemente por ser más asiduas en el mundo discográfico. Era exigente y si su voz no estaba al cien por cien, no dudaba en cancelar lo que fuera. De ahí que esta caja represente a la verdadera Varády, enorme en Verdi (que cuenta con la dirección musical peculiar pero muy atractiva de su esposo, Dietrich Fischer-Dieskau), Tchaikovsky, Wagner (Isolda y Brunilda) o Richard Strauss, siendo Puccini un territorio donde su elegante contención cuadra menos con la eficaz música del italiano. Las rarezas de Meyerbeer, Spontini o Spohr están extraídas de las óperas completas, mientras los Lieder de Mozart y Strauss, con una Bashkirova muy apasionada, o las canciones de Tchaikovsky, inigualables en su voz con un portentoso Reimann, además de Lieder de cámara de Spohr, redondean una edición imprescindible.

Gonzalo Pérez Chamorro