Asmik Grigorian, Karita Mattila, Nicky Spence, Saimir Pirgu, Elena Zilio.
Orquesta y Coro de la Royal Opera House / Henrik Nánási. Escena: Claus Guth.
Opus Arte OA1351D (DVD)
COMO SI LA MUERTE ASOMARA POR AHÍ
Dos décadas después regresaba la enigmática Jenufa al Covent Garden (2021), con una producción de cuidada estética, eficaz dramaturgia y asfixiante atmósfera, firmada por uno de los grandes directores de escena de nuestro presente, ese explorador de la moral y los sumideros de la condición humana que es Claus Guth. Propuesta fría, incómoda y tétrica, repleta de gélidos simbolismos (impregnados de grises y negros), con una ensanchada dimensión psicológica que se beneficia de un portentoso trabajo de iluminación donde las tinieblas se apoderan de un escenario diseñado sobre la base de espacios cerrados y claustrofóbicos (no hay puertas, ni ventanas), donde es imposible ocultarse de una sociedad acechante que intenta decidir el destino de los personajes (ni rastro del campesinado). Una rueda de molino que no ceja en dar vueltas y pender sobre las cabezas de los intérpretes y que por las vestimentas intenta rememorar a las alienadas Brujas de Salem del divino Miller.
Aunque hay tensión y desgarro a chorros en el escenario, Guth tampoco prescinde de los coloridos elementos folclóricos eslavos que posee esta obra maestra a caballo entre dos siglos. Para bien, Guth cree estar inmerso en una especie de Tristán e Isolda moravo en el maravilloso dúo final, ese que aspira a apuntalar el sarcófago operístico decimonónico.
La gran triunfadora es sin duda la lituana Asmik Grigorian, espectacular dando vida a la maltrecha fémina (es capaz de ponerse a llorar a lágrima viva sobre el escenario). Una juvenil e inocente presencia física que unida al potente instrumento y la pureza de su canto (natural y fresco en el agudo), regala una Jenufa de enorme calado y potencial dramático. Soberbia. Debutaba como esa desquiciada bruja mala que parece sacada de un cuento gótico que es la compleja Kostelnicka, nada menos que Karita Mattila, otra leyenda del universo operístico del moravo (inolvidable su Katia Kabanova en el Teatro Real). Ella fue la última Jenufa del Covent Garden junto al entonces mandamás del teatro Bernard Haitink (registro disponible en Erato). Su sacristana (la verdadera protagonista de la ópera) es de un dominio escénico demoledor, trágica y esquizofrénica, de una expresividad vocal que desgarra. Su registro alto aún se mantiene vivo, como lo demuestra en la espinosa escena del relato del infanticidio. Estupendos los dos tenores (algo italianizados) de Nicky Spence (emotiva voz lírica) y un chulesco Saimir Pirgu. La veterana Elena Zilio ofrece una abuela entrañable.
El maestro húngaro Henrik Nánási, que entiende a la perfección la particularísima y ardiente rítmica (a lo Fricsay) y el intenso aroma eslavo que lleva adosada la partitura, despliega un amplio abanico de dinámicas y timbres, dirigiendo con mucho volumen, drama y tensión a una orquesta que da formidablemente el tipo en todas sus secciones. Versión de Brno.
Javier Extremera