Ha tenido que ser una compatriota quien, por fin, haga justicia a la desdeñada producción para violín y piano del volcánico, singular e imprevisible Charles Ives. Afortunadamente, Deutsche Grammophon le ha permitido a su joven estrella realizar un disco, en apariencia, tan poco comercial como este. No es este, desde luego, un disco de encargo. Hahn y Lisitsa han rodado estas sonatas por medio mundo, y se nota en la desenvoltura y convicción con que las tocan, porque todas ellas esconden momentos de una terrible dificultad (especialmente la parte pianística). Destaca entre ellas la muy ambiciosa Tercera Sonata, y especialmente su primer movimiento, una construcción compleja y multiforme que revela al Ives más iconoclasta. Luego están, claro, los momentos hímnicos y folclóricos –o folclorizantes– característicos del autor de la Sonata Concorde, con el segundo movimiento de la Segunda Sonata (In the Barn) a la cabeza. Hahn ama y comprende esta música, y transmite su entusiasmo y empatía a su pianista: ambas hacen música verdaderamente juntas, unidas. Hay pocos compositores tan extraordinarios que sean tan desdeñados como Ives. Discos como este, impecables por sonido, repertorio, interpretación y presentación, hacen mucho por defender su causa.  

LG