El joven Paul Hindemith tenía prisa, mucha prisa, por triunfar en la escena musical. Y eso, en una República de Weimar devastada por la crisis política, económica y moral que siguió a la Primera Guerra Mundial, pasaba por provocar. Y eso es lo que hizo con la trilogía de óperas en un acto Asesino, esperanza de las mujeres (1919), Das Nusch-Nuschi (1920) y Sancta Susanna (1921): escandalizar, conseguir que el público más conservador se rasgara las vestiduras de indignación, aunque, ciertamente, más por la profunda carga sexual de los argumentos que por el carácter innovador de la propia música. La tercera de esas óperas y las danzas de la segunda se recogen en este disco: si estas son un puro frenesí rítmico, Sancta Susanna adquiere tono de pesadilla, con el agravante de que la acción sucede en un convento femenino y está protagonizada por una monja atraída carnalmente por la figura de Cristo crucificado… Son poco más de veinte minutos, pero de una intensidad pasmosa. El programa del disco se completa con una obra representativa de la otra cara de Hindemith, la más académica y tradicional, la que adoptó una vez logrado el éxito que tanto perseguía: la Sinfonía “Mathis der Maler” (1933).

Marin Alsop acierta plenamente al contrastar estos dos Hindemith, el expresionista provocador y el neoclásico que cree que el arte puede transformar el mundo. Sus versiones del primero son incisivas, hirientes, plenamente dramáticas, mientras que la del segundo destaca por su trabajada arquitectura y su calidad expresiva. Un disco muy recomendable.

Juan Carlos Moreno