¿NO ES ESTO UN SUEÑO?

La pregunta que se hace a sí mismo el príncipe de Homburg al final del drama de Kleist cuando, a punto de ser ejecutado por su indisciplina frente a las severas normas militares, parece que su condena fuera a ser conmutada, adquiere sin embargo una mayor ambigüedad en la recreación que el compositor Hans Werner Henze y su libretista, la gran escritora austríaca Ingeborg Bachmann, realizaron en su ópera homónima, de 1958. Ese instante se mantiene en un turbador suspenso, como si el hipotético perdón no fuera sino la última de las alucinaciones de un joven que, extraño sonámbulo, diluye las fronteras de una realidad insoportable con las proyecciones oníricas de su fantasía. 

Los dos creadores se aproximaron a uno de los textos fundacionales del romanticismo en medio de un sombrío contexto histórico como el de la posguerra, en el que la confrontación crítica con los crímenes del nacionalsocialismo se soslayaban, ocultos bajo los perfiles del “milagro económico alemán”.

Henze y Bachmann, en los años iniciales de esa suerte de exilio en Italia, país que habrían de elegir como patria adoptiva, percibieron el alegato de Kleist contra el militarismo prusiano como una profética crítica de lo que finalmente había culminado en el autoritarismo del Tercer Reich. El estado de continuada ensoñación del príncipe suponía además, para ambos, un excepcional paradigma de la propia disposición creadora y de sus búsquedas estéticas, impulsadas por un anhelo de belleza pero incapaces de sustraerse a las nocivas huellas de la historia contemporánea. Y ello a través de un género, como el de la ópera, que precisamente en esa coyuntura era anatemizado por los adalides de la vanguardia musical.

Soberbia partitura

Todas esas dimensiones se alían en una soberbia partitura en la que Henze exhibe la fascinación que durante ese periodo siente por el gran legado belcantista, cuyos parámetros y soluciones permean una escritura vocal que, sin resultar derivativa, se inserta con asombrosa perfección en un lenguaje donde también se demuestra la fecunda asimilación por parte del compositor de unas lecciones dodecafónicas readaptadas y filtradas gracias a un extraordinario temperamento dramático que, ajeno a imposiciones, sabe adecuarlas a las exigencias y funciones expresivas que la ópera demanda. De hecho, la confrontación entre los extáticos raptos oníricos del príncipe y la inflexible disciplina del mundo militar se establece, en términos musicales, a través de la dialéctica entre el rigor serial asociado a este último con episodios de una exaltada libertad armónica y melódica, donde emergen momentos de una estremecedora belleza, como el aria del príncipe “Nun, o Unsterblichkeit, bist du ganz mein”, cuya misteriosa consistencia vocal, casi desmaterializada, está acechada por presagios y promesas.

El presente registro procede de las funciones que tuvieron lugar en la Staatsoper de Stuttgart en marzo de 2019 y ha sido simultáneamente publicado en CD por Capriccio y en formato audiovisual por Naxos. Se trata de una admirable interpretación musical, impelida por el continuado vigor dramático que sabe imprimir el director Cornelius Meister, quien se afirma como un magnífico intérprete del repertorio contemporáneo. En el sólido reparto vocal sobresale la pareja protagonista, el príncipe encarnado por el barítono Robin Adams y la soprano Vera-Lotte Böcker como su prometida.

Más cuestionable es la producción escénica, algo errática en sus soluciones y ganada por una estética feísta que ha terminado por imponerse como un tópico recurso, poco eficaz por cuanto parece agotado su potencial provocativo, y que es omnipresente en demasiados teatros alemanes. La comparación con la ejemplar propuesta del recientemente fallecido Nikolaus Lehnhoff, de comienzos de los 90 y también editada en DVD (Arthaus), resulta, en ese sentido, categórica. 

A pesar de ello, una más que bienvenida oportunidad para reencontrarse con una obra que reafirma la entidad de ese espléndido autor operístico que fue Hans Werner Henze.

David Cortés Santamarta