Orquesta de la SWR de Stuttgart / Roger Norrington.
SWR Music SWR19527CD (4 CD)
BUEN MOZART Y MEJOR HAYDN
En los trece años (1998-2011) que Roger Norrington fue titular de la Orquesta de la Radio de Stuttgart (la SWR) mantuvo una presencia casi obsesiva, en sus atriles, por el repertorio clásico y preclásico. Como no podía ser de otra manera. Estas grabaciones, en vivo, del repertorio sinfónico de Haydn (2009) y Mozart (2006), así lo atestiguan.
La edición que hace el sello de la Orquesta, de aquellas jornadas, pone en perspectiva la evolución de Sir Roger en este repertorio, desde sus primeros pasos con los London Classical Players. Al contrario de los que pudimos apreciar con Beethoven (en la reedición de la integral de sus Sinfonías, también con la SWR), su aproximación al repertorio clásico resulta más madura e interesante. Sobre todo, en Haydn. Norrington mantiene sus peculiaridades. Orquesta moderna, pero con modos de interpretación ajustados a la época (sobre todo, el menor vibrato de las cuerdas, frente al repertorio romántico y posterior), percusión igualmente adaptada a la época y especial énfasis en el ritmo, con allegros vivos y chispeantes y lentos más dinámicos de lo que habitualmente estamos acostumbrados.
Algunas excentricidades (ese intento inevitable por ser original en algunos movimientos), pero mucho menos de lo que uno esperaría de nuestro director y, desde luego, bastante menos de las que escuchamos en su segunda integral de Beethoven (también editada por la SWR).
Este coctel resulta especialmente interesante en Haydn. Más allá de las innegables opciones personales, nos enfrentamos a un Haydn de muchos kilates. Transparente, lleno de entendimiento, detallado. Con un regusto final, tras su escucha, de pureza y fidelidad. De lo mejor que podemos encontrar en el mundo del disco, con aproximación pseudo historicista. A la altura de Harnoncourt en algunos aspectos. Lo cual es decir mucho. Por tanto, máxima recomendación.
En Mozart, Norrington resulta menos homogéneo. Y, además, la competencia es abundante, desde cualquier punto de vista. Pero sus versiones son, en general, intachables. Llama la atención una cierta falta de contundencia en los allegros y prestos (en el genial final de la Sinfonía n. 36, por ejemplo). Como si quisiera no abusar del efectismo que, en otros colegas, suelen ser la guinda al pastel, con innegables objetivos por epatar (Harnoncourt…). Pero hay pocas sinfonías donde Norrington “falle” y, en la mayoría (sobre todo las finales), su Mozart es puro, transparente y controlado. Las cuerdas suenan mejor en Haydn que en Mozart. No se si es un problema de toma de sonido. Pero, en cualquier caso, ambas ediciones son una buena forma de entrar en el repertorio clásico, si uno opta por versiones relativamente adaptadas a lo que creemos eran las interpretaciones de su época.
Juan Berberana