En estos tiempos de crisis de las casas discográficas, productos como este no pueden ser mejor recibidos. El valor añadido de The Virtual Haydn hace de esta integral algo diferente a lo visto hasta ahora en cuanto a grabaciones de obras completas se refiere. El proyecto de Naxos, en colaboración con la Universidad McGill, aborda todas las sonatas para teclado de Haydn desde una perspectiva novedosa: la de recrear virtualmente la acústica de las salas donde el austríaco compuso o actuó a lo largo de su carrera. Este hecho, que supone dar una vuelta de tuerca al riguroso estudio histórico-musical que subyace en el trabajo, nos permite convertirnos en la audiencia imaginaria y “viajar” a la sala Hollywell de Oxford o al estudio de Eisenstadt del propio Haydn, asistiendo como público a un concierto o sentados al teclado, respectivamente. Hay detrás, claro, un enorme trabajo tecnológico.

Las obras se han agrupado en diez programas temáticos por orden cronológico que son interpretados con diferentes instrumentos, réplicas de los de época que van desde un clave Johann Leydecker de 1755 hasta un piano Longman & Clementi de 1798.

Los programas 1, 3 y 5 (“Cortejando a la nobleza”, “La lección musical” y “Vuestra serenísima alteza”) están tocados en diferentes claves. El primero nos traslada a un salón de té mientras Haydn interpreta; el segundo consta de pequeñas piezas, tocadas en un estudio; y el tercero contiene las sonatas dedicadas al Príncipe Esterházy, sentado en su trono. Tom Beghin, el artífice de la empresa, domina bien la técnica, pero estilísticamente no convence, pese a justificar todas sus licencias. Los programas 2 y 4 (“Tiempo de calidad” y “El estudio de Haydn”) tienen en el clavicordio un mejor aliado: la mayor respuesta al toque hacen que la interpretación de Beghin mejore en expresividad y matices. El 6 y el 8 (“Sonaten von Anno 776” y “Cartas musicales a una Princesa”) vuelven a estar limitados por el piano cuadrado que emplea el teclista; una pena, pues las obras merecían algo más pese a estar acertadas en velocidad y fraseo. El 7 y el 9 (“Igual a los mejores maestros” y “Cultura vienesa”) optan por el pianoforte, que Beghin controla adecuadamente –¿o no? ¿los desajustes rítmicos son conscientes?- para ofrecer un buen cantabile y buena matización dinámica. Y por último, en el programa 10 (“La escena londinense”) se elige un piano decimonónico de sonido resonante y homogéneo, dando una interpretación convincente. El DVD adicional con el “making of” del proyecto remata este fascinante viaje virtual en el tiempo que, con todo, merece ser recomendado.

JCG