EL MEJOR HAYDN

Yago Mahúgo y el sello Cantus plasman en disco un proyecto ya atemperado en los últimos tiempos a lo largo de conciertos, basado en una de las majestuosas obras del genio austriaco.  Admirado por los ilustrados españoles, el más famoso encargo que Haydn recibió de España llegó de una Cofradía gaditana, la de la Santa Cueva, que le pedía música para el oficio de las Siete Palabras. Por España la obra se difundió en forma diversa: en la catedral de Salamanca se ha conservado, por ejemplo, una versión para tecla, que el virtuoso madrileño ha tenido para bien recuperar. La edición está muy bien cuidada, con un detallado y amplio libreto, con textos en castellano, redactado por José Carlos Cabello de las diferentes leyendas que han corrido sobre el origen de la partitura y la historia real de la Cofradía destinataria de la misma.

Tres son las versiones instrumentales, más la coral, de Las siete últimas palabras de Cristo, magnífico oratorio compuesto por Haydn de 1785 (el original, para orquesta, el de cuarteto de cuerda y la reducción para teclado con el que aquí nos encontramos, comisionada pero no escrita por él). Obra majestuosa hasta el tamaño de una valija pequeña, escrita para ser realizada en una iglesia construida desde el interior de una cueva en la “Tacita de Plata”, la lectura de Mahúgo es profunda, solemne y se concentra en las sutilezas que Haydn empleó a la hora de componer la obra para un público de a fines del siglo XVIII. El sonido es cálido y cristalino, con una profundidad basada en la versatilidad y sensibilidad, enfatizando en la piedad interior e individual a la que Haydn quería desesperadamente apelar, estando terriblemente preocupado por aburrir a su audiencia durante los 70 minutos que duraría el trabajo.

Desde el estallido de la apertura de Intrada: Maestoso ed Adagio, hasta el aplastante cierre de Il Terremoto: Presto, la lectura de Mahúgo es asombrosamente gigantesca. El lirismo apasionado de la interpretación es casi vocal en su expresividad, evocando las emociones profundas que revelan las profundidades espirituales de las últimas siete palabras de Nuestro Salvador en la cruz. El poder y la gravedad de Haydn es innegable, y ese sentimiento se traslada de alguna manera a la transcripción, que no palidece en comparación con sus versiones hermanas citadas para transmitir gran parte de la importancia mística del trabajo sin llegar a decepcionar, en ningún momento, a los oyentes que buscan música devocional con una toma de sonido increíblemente vívido e inmediato, limpio y atmosférico sacado de un instrumento de época. Los oyentes nunca volverán a escuchar el trabajo de la misma manera después de experimentar esta grabación, e incluso si Haydn no lo intentó de esta manera, la mayoría puede terminar deseando que lo haya hecho.

Luis Suárez