Al aficionado británico no le es ajena la actualización de uno de los oratorios más perfectos y emocionantes de Haendel, Theodora, pues Peter Sellars firmó en Glyndebourne uno de los espectáculos más escalofriantes (en el mejor sentido del término) del Festival junto a un reparto estadounidense de campanillas dirigido por William Christie. En este caso, es Harry Bicket el atento maestro que consigue una excelente prestación de los cuerpos estables de la Royal Opera House (el coro hace una labor de diez) y Katie Mitchell la que firma una detallista puesta en escena. Esta se desarrolla en una supuesta embajada que oprime a sus trabajadores hasta el extremo y se resuelve con un muy cinematográfico giro de guion. El movimiento de actores y las escenas ralentizadas hipnotizan, no se puede negar.

En cuanto al quinteto vocal, destaca la implicadísima prestación de Joyce DiDonato, una Irene sobresaliente que sobrecoge desde la primera aria. Julia Bullock es una Theodora sensible y elegante fraseadora, y lo mismo se puede decir del contratenor Jakub Józef Orlinski; ambos ofrecen un estremecedor dúo final. Los dos malvados de la obra están encarnados por buenos conocedores del repertorio: el barítono Gyula Orendt y, especialmente, el tenor Ed Lyon.

Una actualizada y muy fílmica forma de acercase a Haendel que el público parece disfrutar; probablemente también lo harán ustedes desde casa.

Pedro Coco