UN HAENDEL PARA LA HISTORIA

Con la integral de los Concerti Grossi de Haendel, la Accademia Bizantina está de enhorabuena. Por un lado culminan una grabación que la pandemia interrumpió y por otro lo incluyen en “The exciting sound of Baroque Music”, un proyecto cultural que integra diversas disciplinas artísticas con la intención de acercar la música barroca a nuevos públicos.

Haendel abordó absolutamente todos los géneros musicales de su época, siempre con un nivel de calidad difícilmente igualable. Además de dedicar más de 30 años a la ópera seria y oratorio, su catálogo instrumental es de una riqueza extraordinaria, debido en parte a que la corte demandaba obras de circunstancias y a que Londres era la cuna de los conciertos públicos. Este bullicioso ambiente favoreció el negocio de la impresión musical en el que destacaba John Walsh, editor con quien Haendel llevaba tiempo publicando sus óperas. Ante el éxito de ventas que resultaron ser los Concerti Grossi de Corelli, Walsh reunió composiciones de Haendel de diversos tipos, épocas y destinos para crear sin conocimiento del autor el Op. 3 de los Concerti Grossi. Estos no tienen el número canónico de movimientos, oscilando entre los dos y los cinco y tampoco hay concertino, aunque sí pasajes virtuosísticos para instrumentos solistas de cuerda o viento. Al ser adaptados desde otras instrumentaciones distintas en origen, contienen errores que Ottavio Dantone ha optado por corregir, concretamente las partes de viola de los Conciertos ns. 3, 4 y 5. Con la Op. 6, Haendel se cuidó mucho de la anterior piratería de Walsh: compuso de forma unificada en el otoño de 1739 y fueron impresos bajo su control en una lujosa edición, con la deliberada intención de competir con los de Corelli. Con estos comparte la misma distribución del concertino (violín I, violín II y cello) y la estructura. El Op. 6 es una perfecta síntesis de los estilos italiano y francés y constituye el mejor ejemplo de música instrumental de todo el siglo XVIII, sólo comparable con los Conciertos de Brandemburgo de Bach.

Si bien la acústica seca del teatro Goldoni, donde se ha grabado el Op. 3, empaña su percepción, los dos opus comparten las mismas características: balance perfecto entre los solistas y el tutti y fraseo preciosista hasta la obsesión, pintado con un verdadero encaje de bolillos de acentos y cambios de dinámicas y agógicas. El juego de timbres y texturas es vivificante y fresco en el Op. 3, donde destacan Elisabeth Baumer (oboe), Marco Brolli (flauta dulce y traverso), Alberto Guerra (fagot), Rei Ishizaka (oboe y flauta de pico). En el Op. 6 brillan con apabullante virtuosismo Alessandro Tampieri (concertino y uno de los pilares de conjunto), Ana Liz Ojeda (violín II) y Emmanuel Jaques (cello). El continuo, formado por Tiziano Bagnati (archilaúd) y Stefano Demicheli (órgano), al que se añade Fabiano Merlante (tiorba) en el Op. 6, brinda el acabado sonoro característico de la Accademia, potente en los graves, redondeado y rico en matices. Ottavio Dantone dirige desde el clave con tempi mesurados, trazando un fraseo elegante en el que el discurso está claro y bien delimitado, a la vez enriquecido por infinitud de planos sonoros.

Con este brillante trabajo, la Accademia Bizantina entra con buen pie en 2023 para celebrar su veinte aniversario. Por otros veinte más.

Mercedes García Molina