La invención prodigiosa del joven Haendel de 24 años de paso por Italia es desbordante, y esta su Agrippina de 1709 lo consagró en su momento. La versión aquí grabada los días 16 y 29 de marzo del pasado año en el Theater an der Wien es una pura delicia: todo funciona, desde la puesta en escena hasta los cantantes. La visión de Robert Carsen, con su equiparación a la Italia de Silvio Berlusconi (Mika Kares, Claudio en la ficción, aparece como tal incluso en sus gestos y velinas), consigue que el drama se tiña continuamente de humor y sexo, sin menoscabo de la acción escénica. Y los detalles desde el movimiento de los actores hasta cómo realiza los cambios de escenario confirman el gran hombre de teatro musical al que todos admiramos.

Tres bajos, tres contratenores (muy bien todos de voz y distinguibles por sus timbres entre ellos), una Patricia Barton excelsa de expresión y como actriz, y una Danielle de Niese fresca de voz como Poppea que recuerda a la Susana mozartiana en sus enredos del tercer acto, conforman un elenco de gran nivel y creíble. La dirección de Hengelbrock, dinámica y ágil, junto al experto Balthasar Neumann Ensemble redondean esa versión de obligada visualización para los amantes del género.

Jerónimo Marín