Dentro del repertorio “clásico” actual, Jorge Grundman (1961) es lo más parecido a un músico pop que pueda hallarse. Pop en el sentido del movimiento artístico preconizado, entre otros, por Andy Warhol, a quien no por nada el compositor dedica Warhol en primavera (2011), un collage que con diferencia es lo mejor del disco. Pop, pues, como una reacción a los excesos de las vanguardias y como una decidida apuesta por un lenguaje inteligible, melódico y tonal, absolutamente tonal, con alguna pincelada minimalista. ¿Resultado? Una música agradable, sin duda, y atractiva por igual para intérpretes y oyentes, sobre todo para aquellos que sienten alergia por cualquier repertorio que aspire a salirse ni que sea mínimamente de los caminos más trillados. Además de la mencionada composición, el disco recoge otras tres: Lo que inspira a la poesía (2008), Sonata blanca: El niño que nunca quiso crecer (2012) y Why? (2013). Todas ellas están marcadas por ese mismo afán de gustar, aunque sus melodías pretenden ser tan “bonitas” y “expresivas” que pueden acabar exasperando a más de uno. Lo mejor es la interpretación que de ellas brindan dos excelentes músicos como son Vicente Cueva y Daniel del Pino. La toma de sonido, impecable.

Juan Carlos Moreno