Jorge Grundman, el músico ingeniero (o viceversa), nos vuelve a deleitar bajo su orientación tonal, abordando directamente sobre el instrumento de la flauta en su atractivo emocional, moviéndose hacia una expresividad poética general, que envuelve tanto al oyente como al intérprete, creando una sensación de ideas desarrollándose plenamente dentro de su estilo original e inconfundible. El trabajo de cada intérprete era claramente novedoso (la escritura de cuerdas es distintiva desde el principio), con una flexible escritura programada cargada de emoción. Schwarzman borda y refleja admirablemente este material de alguna manera impulsada por la creatividad. Los oyentes pueden disfrutar las ideas de Grundman en una música vagamente episódica bajo tonalidades de sello propio inconfundible, con una bella fusión entre la flauta, la sección de cuerdas y luego en la parte camerística.

Todas las obras bajo un sobrenombre orientativo que hace al oyente flotar bajo la belleza sublime de la música, mezclando la experimentación de la armonía con melodías cálidas y claras, siendo interesante y necesaria la aquí expresada complicidad de los músicos abordando cada uno su maestría sobre las apasionadas notas que emanan, como al agua fresca de cada arroyo, de una desgarradora sensibilidad. Es además una muy buena grabación global que logra la calidad necesaria para el disfrute adecuado de la música de Grundman. De nuevo nos encontramos ante hace un trabajo admirable al presentar la nueva música del siglo XXI.

Luis Suárez