Javier Perianes, piano. BBC Symphony Orchestra / Sakari Oramo.
HM, HMC902205 (CD)
Deshaciendo a Grieg
Tras un Mendelssohn en el que la lectura de un poema de Heine era como escuchar una de las Romanzas sin palabras que interpretaba Javier Perianes, la poesía de este joven maestro del piano se recarga de nuevo en la pasional música de Grieg, la nueva parada discográfica de un músico que trabaja a conciencia. Dos cosas tiene este disco, el pianista con el director y orquesta y el pianista solo. Y solo una en común, la maravillosa música de Grieg, tanto el archiconocido Concierto en la menor como las Piezas Líricas, estas no tanto como debieran.
Oramo es señor de cosas bien hechas, rara vez ha hecho algo que no debiera y rara vez se la ha escuchado una música “malsonante”. Como nórdico de raza, Grieg lo lleva muy dentro, y su dirección es, con seguridad, la mejor de los últimos años, también probablemente porque ha conectado con un sureño, con Perianes, como la Europa soñada de Mortier, que norte y sur alcancen el entendimiento desde el fundamento mitológico en que se “fundó”. Este encuentro nos deja un Concierto, grabado en vivo en octubre de 2014 en Londres, que es pura magia, desde la apoteosis romántica del Allegro (la cadencia es emocionante, contestada con una dirección que ensueña y despierta lentamente de la seducción pianística), a los fascinantes juegos de tensiones del Adagio (le llama Schumann a gritos), llegando a un final donde el ritmo es un fin expresivo, tocado con una naturalidad desbordante, nunca con el virtuosismo como escaparate (los tutti orquestales suenan limpios, sin el barullo de una escritura a golpe de fuerza creativa sin mucha depuración).
Como llegará al último piano de Brahms, o a Janácek, Perianes antes ha deshecho las Piezas Líricas, nos las muestra con una pureza noble y honesta, y no hace falta pasar por el archivo de otros pianistas, solo con escucharlas uno ya sabe que esto es grande, que hay verdad y amor, que hay secretos en las frases y que la emoción de cada Pieza perdura. Como la Arietta, de legato schumanniano (le llama Schumann a Javier), o la deliciosa Papillon (también…), a la mágica Melodía, que fluye en su punto, exacta y limpia. De este Grieg también bebió Falla en su primer piano, que Javier grabó en un disco memorable, del que brotaría entonces la necesidad de llegar algún día a tocarlo. Si se escucha el Notturno, nada pretencioso en sus trinos y un camino natural para llegar a Debussy, se comprende el entendimiento de la naturaleza del compositor, se emociona uno ante tanta belleza y ante su aparente sencillez. Como esta, son la pequeña selección de Piezas Líricas, cada una, una emoción por sí misma. Un disco que es más que un disco, es un poema.
Gonzalo Pérez Chamorro