Philippe Jaroussky, contratenor. Cuarteto Ebéne. Jerome Ducros, piano.
Erato, 0825646166954 · (2 CDs)
Verlaine y Jaroussky
A lo largo de los tiempos, la voz de contratenor siempre ha contado con un atractivo especial para las audiencias musicales. Casi siempre determinado por el talento de los intérpretes que, dentro de un registro poco frecuente, supieron recrear su arte de una manera especial. Quiero decir con ello que no es solo el timbre lo que interesa/ba, sino el talento de quien lo posee. En el siglo XX hubo varios casos, muy apalancados en el mundo barroco y prebarroco, pero también en la innovación de repertorios no pensados para esta cuerda, o en la recreación de obras nuevas pensadas para la misma. El exponente más claro de ambas tendencias (y probablemente padre musical de esta cuerda) fue el británico Alfred Deller. Participó, en primera línea, de la interpretación con criterios historicistas del repertorio barroco y antiguo, a partir de los años 50, pero también fue destinatario de papeles pensados para él, por compositores de su tiempo como Tippett o Britten.
Hoy, ese papel de líder lo ocupa el francés Philippe Jaroussky (1978). Junto al alemán Andreas Sholl (y probablemente junto al español Carlos Mena), lideran la interpretación de esta cuerda en el repertorio tradicional. Pero Jaroussky es un alma inquieta (al margen de ser el intérprete más próximo a lo que los antiguos denominaban sopranista), que le lleva a ir más allá de su portentosa recreación del repertorio antiguo y barroco. Green (de Fauré) es un ejemplo fantástico de ello. No solo por lograr adaptar la voz de contratenor a la mélodie française de una manera sorprendente, sino por hacerlo con un enfoque musicológico y poético especialmente valioso. No elige cualquier opción. Apunta a lo más alto, a los poemas de Verlaine. ¿Quién si no? Y allí, a lo largo de estos dos CDs, encuentra lo mejor. Por supuesto a Fauré, Debussy, Chausson, Saint-Saens, Hahn, Honneger, Chabrier, Schmitt o Massenet. Pero también a algunos de los mejores cantautores de la chanson francesa contemporánea. En el fondo es lo mismo. ¿Por qué no interpretar a Brassens, Trenet o Leo Ferré junto a Fauré o Debussy? Es Verlaine, en definitiva.
El resultado es de lo más estimulante. Cuesta innovar en nuestros tiempos, pero Jaroussky lo consigue casi siempre. ¿Dónde detenernos? Quizás las mejores sorpresas estén precisamente en lo más inesperado: Brassens, y sobre todo, Leo Ferré. Aquí el acompañamiento del Cuarteto Ebéne es irreprochable. Hace pocos meses editaron un CD, igualmente interesante, en torno a la Bossa Nova, donde demostraron su mejor predisposición al mestizaje musical. Muy recomendable.
Juan Berberana