A la producción de Gershwin le ocurre lo que le pasaba a Cesar Franck, del que los pianistas decían que era un organista que escribía para piano, mientras los organistas afirmaban que era un pianista que componía para órgano. Pues con Gershwin los tiros van por el jazz, los “clásicos” afirmaban que era un jazzista que escribía clásico y los jazzistas que era un clásico que escribía jazz. No deja de ser algo cierto todo esto, pero nadie como el neoyorquino fundió sin perder esencias de ambos estilos (jazz primigenio y clásica), que encuentran en estas versiones del pianista Daniel Ligorio la perfecta fusión de ambas. Ligorio no llega a ser del todo jazzístico, sin llegar a ser del todo clásico. Su enfoque respeta lo escrito (muy bien escrito), como le ocurre con Rhapsody in blue, donde se puede llegar a más, pero en tal caso sin tener en cuenta lo escrito por Gershwin, como hacen otros pianistas-inventores. El punto más alto es la Fantasía sobre Porgy and Bess, arreglada por Earl Wild, una condensación donde el pianista debe entender ambos mundos (pianístico y el singular operístico de Porgy) para no alejarse de ninguno de ellos. Las Preludios, fulgurantes y bellos, y las canciones del Song Book, como The man I love o I got Rgythm, nos hacen mover los pies y resuenan una y otra vez en la cabeza, como si estuviéramos paseando por el mismo Broadway.

Gonzalo Pérez Chamorro