Curioso caso el del austriaco Robert Fuchs (1847-1927): habiendo gozado en vida de gran éxito de público y crítica, elogiado por músicos como Brahms, Bruch o Schoenberg y contando entre sus alumnos con figuras de la talla de Enescu, Mahler, Sibelius, Wolf o Zemlinsky, al morir cayó en una especie de limbo, que le excluyó de la nomenclatura de los grandes, aunque sin llegar del todo a convertirse, como tantos otros, en un compositor olvidado y preterido, lo que se infiere de su relativamente abundante y variada, dentro de su modestia, discografía. A esta viene a unirse la presente grabación, que recoge dos de sus composiciones más celebradas: las Serenatas para orquesta de cuerda núms. 1 y 2, opp.9 y 14, obras de juventud, de pimpante espíritu un tanto mendelssohniano. El programa se completa con otra obra, fechada en el año 1900, de similar instrumentación, aunque con un talante muy diferente: el Andante grazioso y capriccio op. 63, de una melancolía muy “fin de siècle”.