Gallardo-Dômas, De León, Felipe Bou, María Luisa Corbacho. Cor de la Generalitat Valenciana. Orquestra de la Comunitat Valenciana. Dir: Lorin Maazel.
CMajor, 710708 (DVD)
VIDA BREVE E INTENSA
Manuel de Falla es uno de los valores seguros que tenemos en la música española. Sea cual sea la obra de su selecto parco catálogo que elijamos, la calidad está asegurada. Y toda difusión de su obra es poca. Bienvenido, pues, esta Vida Breve realizada con las garantías máximas dentro de la programación del Palau de les Arts Reina Sofia de Valencia el 17 de abril de 2010. El elenco en líneas generales está a gran altura, con una pareja protagonista que cumple todos los requisitos de la partitura, y cuyos componentes no sólo cantan, sino que saben actuar y tienen un físico adecuado. Cristina Gallardo-Dômas aporta su lírica voz llena de terciopelo al papel de la gitana Salud. Por decisión del director de escena, Giancarlo del Monaco, está presente durante la hora y veinte minutos que dura la representación, y pese a algunos momentos de sobreactuación, resulta convincente, salvando incluso el escollo de la pronunciación en dialecto andaluz. Jorge de León es el tenor del momento, y bien que nos alegramos por él. Su voz, que probablemente se desarrolle más y adquiera un barniz oscuro con el tiempo, tiene toda la pegada y presencia de las grandes voces. Además su estilo de canto no es cicatero y afronta su corto papel yendo a por todas. Uno de sus puntos fuertes es su entrega escénica, y prueba de ello es el final del dúo con Salud del cuadro I, montado por Del Monaco un pelín tórrido, en plan “Atracción fatal”. También son excelentes la abuela de María Luisa Corbacho; Felipe Bou, seguro en su prestación, como El tío Salvaor; Isaac Galán, en su breve intervención como Manuel, y Sandra Ferrández como Carmela. Una única duda: ¿por qué una cantaora, Esperanza Fernández, y no un cantaor como indica Falla?
La puesta en escena ha buscado la esencia de la tragedia: un escenario vacío, de grandes paneles móviles que adopta la forma a veces de un semirruedo, y con una iluminación donde predominan las sombras y el color rojo, sangre que va a ser derramada. El mobiliario se reduce a unas sillas que aparecerán en escena en el acto segundo cuando sucede la boda de Carmela y Paco. La mayor parte de los coros y la voz en la fragua suceden fuera de escena. La única pega es que justamente la escena de la boda de Carmela y Paco sitúa a ambos en la boca del escenario sentados de espaldas al público; en el video, con una buena realización de Tiziano Manzini, se puede ver lo que pasa gracias a tomas laterales y desde una cierta altura, pero en el patio de butacas debió ser una molestia, de manera que las danzas de ese momento se deslucen algo. Por supuesto que el sombrero cordobés, abanicos y mantillas abundan por doquier. Es decir, una escenografía abstracta, pero vestuario y utilería a la antigua usanza.
Que Lorin Maazel sea el director es una garantía, y a pesar de que a veces es irregular, esta música la presenta con una gran naturalidad y todo el virtuosismo que conlleva. Bien la orquesta como es habitual, y bien el coro.
J.M.