Philharmonia Orchestra, Los Angeles Philharmonic, etc.
(grabaciones de 1983 a 2012).
Sony Classical 8137091 (61 CD)
Director desde el primer día
Quizá no desde el primer día, pero Esa-Pekka Salonen (Helsinki, 1958) se hizo director cuando se hizo músico. Aquel estudiante de trompa en la Academia Sibelius tenía muy claro lo que quería ser, corrigiendo incluso a sus profesores de dirección respecto a algunos pasajes en las Sinfonías de Sibelius, que rondaban en su cabeza más desde la posición líder del director que de la también privilegiada de las trompas, instrumentos precisamente mimados por el finés. Mientras esperaba su gran oportunidad, ésta llegó en 1983 cuando tuvo que sustituir a Michael Tilson-Thomas en una Tercera de Mahler en Londres, ciudad con la que ha mantenido una estrecha relación desde entonces. Ese día se hizo oficialmente director, pero también había un compositor agazapado esperando su oportunidad.
Un año después de su debut londinense, fue nombrado director titular de la Orquesta Sinfónica de la Radio de Suecia, con la que comenzó un periplo de grabaciones que Sony Classical ha reunido en este preciso cofre, con espectaculares registros desde 1984 a 2012 (en ambos casos, curiosamente con Lutoslawski).
¿Cualidades de Salonen? A grandes rasgos podría decir que la claridad para vislumbrar lo mejor de cada pasaje, su prodigiosa técnica y su comprensión del color de la orquesta, y su sexto sentido para entender lo que quiere el compositor, algo que no siempre se encuentra en este oficio, repleto de buenos conductores, pero pocos creadores. Y algo también se ve con claridad en cada interpretación de Salonen, la excelsa ejecución de las orquestas con las que trabaja: para él, una interpretación debe ir unida a una exigente preparación de cada atril.
Una vez ocupado su puesto como director de la Radio de Suecia, fue nombrado principal director invitado de la Philharmonia de Londres, orquesta con la que alcanzó logros apabullantes, como todos los Stravinsky aquí recogidos, incluyendo una Consagración de autor, sin duda una de las grandes de la discografía, muy diferente al estándar habitual en esta obra, tan desigual a veces… O esa Quinta de Sibelius, tan alejada de la nostalgia… Si entendió a Sibelius de este modo, quizá fue porque entendía muy bien a Nielsen, cuya integral, más obras sinfónicas diversas y concertantes, posiblemente sea una de las grandes, junto a Bernstein o Blomstedt. A estos registros nórdicos hay que añadir los de Saariaho, Larsson, Hillborg, Dahlgren o Lindberg, discos “perfectos”.
El perfeccionamiento llevado a cabo en Londres, pudo ampliarlo cruzando el charco con la Filarmónica de Los Angeles, a la que elevó a gran altura, manteniendo o superando la calidad orquestal de sus predecesores (Previn, Giulini o Mehta). Cada disco con esta orquesta es un gozo para el oído, rara vez se escucha una brillantez y colorido orquestal tan fascinante, aunque esta edición incluya cosas prescindibles como el oratorio de jazz All Rise, de Wynton Marsalis, que se suple con Hindemith, Bartók (una idea muy poco húngara de esta música, la antítesis de Solti), una Cuarta de Bruckner organística, Debussy, el premiado e inigualable Bernard Herrmann, los Lutoslawski, Prokofiev, Shostakovich, Sibelius, un memorable Revueltas o Tercera y Cuarta de Mahler (el Ruhevoll es “territorio” Salonen), junto a una Canción de la Tierra con un imposible Domingo como tenor...
Y los registros con la Philharmonia, que dejaron a Peter Sellars sin palabras, como los Ligeti (ese Grand Macabre), el Stravinsky ya citado (Oedipus Rex imbatible) o esa conjunción de astros, pájaros y paisajes que es De los Cañones a las estrellas, junto a una majestuosa Turangalila, de su querido Messiaen, entre otros.
Salonen vivió en Los Ángeles muy cerca de la casa de Schoenberg. Pasaba caminando todos los días, hasta que escribió su particular homenaje a la ciudad, LA Variations, obra maestra con ecos de Messiaen y Lutoslawski, su maestro cuando era joven, aunque este director siempre nos lo parece.
Gonzalo Pérez Chamorro