Música clásica desde 1929

Discos recomendados de Ritmo

En esta sección encontrará los 10 discos que la revista RITMO recomienda cada mes, clasificados por meses y por su orden de recomendación del 1 al 10. Se archivan los recomendados desde junio 2011, para ver anteriores ir a "Ritmo Histórico".
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Ritmo DICIEMBRE 2016 - Núm. 902

EN MI NUEVO PIANO. Daniel Barenboim.

D. SCARLATTI: Sonatas K 159, 9 y 380. BEETHOVEN: 32 Variaciones en Do menor. CHOPIN: Balada n. 1. WAGNER/LISZT: Solemne marcha del Santo Grial, de Parsifal. LISZT: Funerales. Vals Mefisto n. 1. Daniel Barenboim, piano.
DG, 4796724 (CD)



La crítica

UN PIANO DE SONORIDAD FASCINANTE

En mayo de 2015, Daniel Barenboim presentó en el Royal Festival de Londres (tocando la Appassionata) un nuevo piano que se había mandado construir. Un piano inspirado en uno que había pertenecido a Liszt y que Barenboim pudo tocar, restaurado, en Siena. El constructor belga Chris Maene lo realizó, con el apoyo de la firma Steinway & Sons, tras 18 meses y 4000 horas de trabajo. En palabras del propio Barenboim, “este instrumento -cuyas cuerdas se sitúan paralelas, no cruzadas como es lo habitual- produce un sonido mucho más transparente, menor mezcolanza de timbres, ofreciendo al instrumentista la posibilidad de crear él mismo esa mezcla”. “Los tonos que percibí en el piano de Liszt me inspiraron para explorar la posibilidad de combinar sus cualidades con el poder, la imagen, la afinación y otros avances técnicos de los pianos modernos”. Con él ha tocado la integral de las Sonatas de Schubert en Viena, París y Londres.

Ahora, por fin, cualquiera puede escuchar en su casa este fascinante instrumento. Porque en octubre de 2015 Barenboim visitó los famosos Estudios Teldex de Berlín y registró un programa demostrativo del piano (¡cuyo sonido es una maravilla!) y, sobre todo, demostrativo del arte excelso de este músico genial que no deja de asombrar. Lo primero que llama la atención del disco es que todo su repertorio es novedad entre lo grabado por él, con la excepción de las Sonatas K 9 y 159, que tocó de propina en el recital en Buenos Aires para celebrar el 50 aniversario de su primer concierto público (CD Emi y DVD EuroArts). Puede parecer sorprendente, pero el artista del piano que es no ha dejado de crecer hasta hoy.

Su madurez, su lucidez musical alcanzan tal grado de belleza, de introspección, de hondura, de imaginación y de la más excelsa musicalidad que me parece que rara vez habían llegado estas cualidades a tales alturas. Además se encuentra sorprendentemente bien de dedos, incluso en una pieza tan comprometida mecánicamente como el Vals Mefisto. El disco comienza con esas dos referidas Sonatas de Scarlatti, mucho más logradas que antes, a las que se añade la K 380. Bastarían para considerar a quien las recrease con tal sensibilidad, libertad bien entendida y belleza un genio del teclado. Hay algunos pianistas (Horowitz, Lipatti, Haskil, Michelangeli, Gilels, Tipo, Perahia, Pogorelich, Zacharias y otros) que han hecho un Scarlatti admirable. Pero ninguno alcanza tal excelencia.

Las 32 Variaciones en do menor son una de las pocas importantes obras para piano de Beethoven que no había grabado hasta ahora. Su sabiduría y su sentido dramático beethovenianos están bien presente en ellas (he repasado otras dos versiones: la de Lupu es notable; la de Kempff es casi penosa).

La Balada No. 1 de Chopin puede ser lo más discutible del disco, pues siendo hermosísima, es tan personal que puede parecer no del todo chopiniana (lo que no tiene por qué ocurrir con sus grabaciones de los Conciertos, las Sonatas, los Preludios o los Nocturnos).

La impresionante Solemne Marcha del Santo Grial, del Parsifal wagneriano, en transcripción de Liszt, es recreada con una enorme elocuencia e imaginación sonora. Los Funerales son mucho menos efectistas, tremebundos y altisonantes que las versiones al uso (la mejor de las cuales, en esta línea, es seguramente la de Zimerman), hallándose mucho más cerca de la propuesta de Arrau: es introspectiva y doliente, realmente acongojante y sobrecogedora. Tampoco aprovecha Barenboim el Vals Mefisto para llevar a cabo una exhibición, como es lo habitual en los pianistas virtuosos, sino que logra descubrir en la pieza valores estrictamente musicales que suelen pasar inadvertidos. Puede que haya escuchado algún disco de piano tan bien grabado; mejor, desde luego que no.

Ángel Carrascosa Almazán

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