Gerontius e Isolda

Hacemos la crítica de esta grabación por dos motivos: en primer lugar para informar a nuestros lectores, pero también para sacarle los colores a Universal España, que no se ha dignado traer esta nueva grabación a nuestro país (esto ocurre últimamente con frecuencia cada vez mayor; apenas se libran los discos-objetivo, a menudo estupideces comerciales o seudocomerciales). Así que no busquen esta caja (de lomo estrecho) en las tiendas: tendrán, si les interesa, que traérsela de fuera. Porque hoy es ya, seguramente, la opción discográfica más recomendable para el magnífico pero apenas conocido por aquí oratorio The Dream of Gerontius (1900) de Elgar.

Afirmación que no desdeña las soberbias interpretaciones de John Barbirolli (Emi 1965), de Adrian Boult (Emi 1974) e incluso de Benjamin Britten (Decca 1972), pero que, claro está, suena mucho mejor que esas. Barenboim, que lleva ya bastantes años en que está sembrado (es difícil escucharle últimamente algo que no sea extraordinario), con su experiencia wagneriana, parece acercar más que de costumbre esta música (denominada a menudo “el Parsifal británico”) al postrer “festival escénico-sacro” del autor de Tristán. Lo que, ciertamente, le sienta de maravilla. La fuerza dramática, la musicalidad, la unción y las múltiples bellezas que el argentino extrae de la magna partitura realmente atrapan, seducen y emocionan: quizá ninguno de sus predecesores ha llegado tan lejos y tan hondo.

Es curioso el fuerte interés que en estos últimos años ha recobrado el compositor británico para este director, que recientemente ha vuelto a grabar también sus dos Sinfonías (Decca 2014 y 2016) y filmado el gran poema sinfónico Falstaff (EuroArts 2015). Del reparto originalmente previsto se cayó Jonas Kaufmann (fue el período en que estuvo retirado por motivos de salud) en el rol titular; le sustituyó un tenor demasiado lírico, de escuela muy británica, que canta francamente bien pese a poseer un timbre que no encandila: Robin Staples. Me recuerda a Ryland Davies y a John Aler. La mezzo (el Ángel) es sobresaliente: Catherine Wyn-Rogers (58 años), que ya estaba en 1999 con Andrew Davis, encarna al Ángel con gran musicalidad, una línea de canto muy depurada y una especial capacidad para desenvolverse a media voz y en pianissimo. Pero puede que el componente más destacado del trío vocal sea Thomas Hampson, que a sus 61 años conserva la voz en soberbio estado (firme, segura, redonda) y que es un músico y un cantante consumado. Estupendo el nutrido coro y maravillosa la orquesta. La toma de sonido, realizada en la Philharmonie de Berlín, ha estado a cargo de los Estudios Teldex de Berlín, con lo que está dicho todo (a última hora nos llega la noticia que Universal, con retraso, dispone de esta referencia para España).

Ángel Carrascosa Almazán