Orquesta Filarmónica Checa / Semyon Bychkov.
Pentatone PTC5187216 (2 CD)
DVOŘÁK EN SU CASA
Es tradición que todo titular de la Orquesta Filarmónica Checa tenga su grabación de dos obras fundamentales del repertorio musical del país: Mi Patria de Bedřich Smetana y las últimas sinfonías de Antonín Dvořák. El actual director de la agrupación acaba de cumplir con este requisito. Después de un precioso Mi Patria, el sello Pentatone ha publicado un doble compacto con las Sinfonías Séptima, Octava y Novena y las tres oberturas programáticas Opp. 91, 92 y 93, que son casi como una “décima sinfonía”, y el resultado ha sido aún mejor.
Después del bajón que la mítica formación, la de mayor calidad sonora tras el telón de acero, sufriera en la época de crisis y colapso del bloque soviético, es un auténtico placer encontrarse una Filarmónica Checa recuperada casi del todo, espléndida, sobre todo en una cuerda opulenta y sedosa, pero también con un metal muy compacto y unos solistas de maderas que sobrada oportunidad tienen de brillar en obras tan lucidas como estas. Las tomas sonoras del veterano Stephan Reh, efectuadas en el Rudolfinum de Praga entre septiembre y octubre de 2023, permiten apreciar hasta el mínimo detalle.
Semyon Bychkov ofrece unas lecturas equilibradas, por encima de todo, totalmente canónicas, rítmicamente marcadas pero sin concesiones al folklorismo, con interpretaciones que no tienen el brillo y el empuje de Rafael Kubelik con la Filarmónica de Berlín (DG), la garra de Itsván Kertész con la Sinfónica de Londres (Decca) o el idiomatismo de sus antecesores en el cargo, de Ancerl a Bělohlávek (Supraphon, Decca). Pero da vida a las obras con un rigor y una efusión indiscutibles. Siempre con una exactitud que brilla en cada ataque, y que no se pierde ni en la más embarullada de las codas (por ejemplo, la del final de la Octava). La claridad de planteamiento nunca se compromete, incluso aunque le obligue a arrancar con poco brío (inicio de la Séptima), y tampoco el equilibrio de los bloques sonoros, como se aprecia en la Novena.
Bychkov no responde inequívocamente a los tópicos que se asignan a estas Sinfonías: Séptima dramática, Octava lírica y Novena épica. De las tres, el gran logro es la Séptima, que concibe como un imparable crescendo que tiene sus puntos fuertes en un bellísimo Poco Adagio, lleno de detalles, y en el Allegro final, de una rotundidad sin borrón, tacha ni precipitación. La Novena tiene tanta competencia que le cuesta sobresalir, pero debiera, pues está traducida con una seguiridad extraordinaria, con un Largo cercano a la emotividad de un Giulini (Emi, DG), aunque sin su cantabilidad inefable, y un Allegro con fuoco de cierre realmente majestuoso. Quiza la Octava, más morosa y algo falta de efusividad (y de empaque en el final) esté menos conseguida. Pero, en general, nos encontramos ante las mejores grabaciones modernas de estas obras tan habitualmente registradas, por encima de Alsop, Orozco-Estrada e incluso Dudamel. Y de las Oberturas, aunque lejos de Kubelik (DG), cabría decir lo mismo.
Carlos de Matesanz