LAS CÁLIDAS AGUAS DEL NORTE

La orquesta de Neeme Järvi se vio invadida por todo un vendaval caribeño cuando Dudamel sustituyó a su director titular en aquellos Proms de 2005. Además, lo hizo a través de unas músicas muy del repertorio del director estonio como son las de Sibelius y Nielsen, claro, esto si cabe hablar de repertorio en alguien que ha tocado tantos palillos como él. Lo cierto es que con solo comenzar a escuchar los primeros acordes de la Segunda de Sibelius contenida en el segundo de estos CDs, nos damos cuenta de que no es Järvi quien se encuentra al frente de la orquesta. La frialdad, el distanciamiento de la partitura y el cierto grado de rutina que vienen estando presentes en sus interpretaciones, se transforman en auténtico ardor sonoro, implicación con la obra y creatividad interpretativa, cuando al frente de la orquesta se sitúa el joven director venezolano.

Dudamel posee el temperamento de director en el sentido clásico. De ese tipo de intérpretes que en cualquier momento pueden resaltar detalles, momentos, hallazgos en una partitura que hacen de sus interpretaciones algo irrepetible. Y esto es digno e ser alabado, sobre todo teniendo en cuenta que aún tiene que madurar muchísimo en el sentido de la depuración del estilo.

En estos CDs encontramos una Novena de Bruckner que ya les gustaría firmar a muchos directores consagrados. Dudamel se adapta a la perfección al espíritu de la obra, y la dota de una vitalidad que raramente encontramos en otras versiones. La orquesta suena a Bruckner, como si hubiese estado toda la vida junto al director tocando esta música. Ciertamente, el alto grado de comunicatividad del caribeño es un punto decisivo para conseguir esta compenetración. Pero si en Bruckner se muestra creativo, no lo es menos en una Segunda de Sibelius que –en mi opinión- puede ser la más importante en disco desde la de Bernstein con la Filarmónica de Viena (DG también). Muy diferente a aquélla, como no podía ser de otra manera, pero cargada de ideas propias, absolutamente reivindicativa y muy afín con el lenguaje del compositor. Otro tanto cabe hablar de las Cuarta y Quinta de Nielsen contenidas en el tercer CD, versiones musculosas de puro nervio y con un sentido de la construcción encomiable.

La R de la calificación no es porque sean versiones de referencia, sino porque pueden ser recomendadas con todas las garantías y, sobre todo, porque resulta alentador que, mientras directores ya consagrados -algunos de ellos septuagenarios que en otro tiempo también eran músicos- se encuentran perdidos en “investigaciones metronómicas” o en la búsqueda de la “originalidad” más superflua, vengan las nuevas generaciones haciendo música de verdad, con mayúsculas, como Dudamel demuestra en el contenido de estos discos.
R-JPJ