Jonas Kaufmann llevaba años mascullando este disco. Siempre se ha sentido identificado con Italia y su música. Cuando al fin se ha subido a su Vespa, ha grabado este delicioso recorrido por canciones italianas (no son todo Napolitanas, como podría pensarse), acompañado de una estelar Orchestra del Teatro Massimo di Palermo y con un director tan importante y emergente como Asher Fisch, que imprime a los arreglos una grandeza cercana al aria de ópera italiana a algunas de estas canciones, aparentemente ligeras. El fraseo y la pronunciación son excelentes, fruto de sus continuas incursiones en óperas italianas. Su timbre viril no es aquel fresco y suave de un Schipa cantando Core ‘ngrato o Torna a Surriento, donde la voz se deslizaba con la misma facilidad que por el tenedor lo hacen los fetuccini con pesto de Il Vero Alfredo de la Piazza Augusto Imperatore de Roma. El alemán es un espresso, dopio en algunos casos, como en Parla più piano, sobre el tema principal para El Padrino de Rota, o en la espectacular Caruso, que hace olvidar al mismísimo Pavarotti, que la dio a conocer en aquel famoso “Tutto Pavarotti”. Con Volare o con Mattinata (muchas de estas canciones tenían el cine como destino) las sensaciones del oyente se dispararán, ya que son interpretaciones tan diferentes, que la sorpresa aguarda tras cada frase. Disco para disfrutar.

Gonzalo Pérez Chamorro