Obras de RACHMANINOV. Daniil Trifonov, piano. Philadelphia Orchesta / Yannick Nézet-Seguin.
DG 4835353 (CD)
DESLUMBRANTE
Daniil Trifonov, una de las indiscutibles estrellas del teclado en el panorama actual, prosigue con su proyecto de grabar la integral de conciertos y obras para piano y orquesta y cámara de Rachmaninov, ofreciéndonos en esta ocasión su deslumbrante por todos los conceptos interpretación de los Conciertos Segundo y Cuarto. Así, disfrutamos en este disco de su poderosa, noble y sensible visión del archigrabado Concierto para piano n. 2, una de las obras más conocidas del repertorio y queridas del gran público y de los más eminentes pianistas del pasado y del presente. En otra reseña que publiqué hace tiempo desde estas mismas páginas, comentaba la versión para Erato de otro joven gran pianista, Alexandre Tharaud y, como entonces, vuelvo a insistir en dos puntos esenciales, como son si se puede aportar algo nuevo en esta maravillosa obra y si se debe continuar grabándose una y otra vez (pese a su indiscutible belleza), y por otro lado, el hecho de que la competencia es feroz y de altísimo nivel, empezando por el propio Rachmaninov, y seguido por Richter, Rubinstein, Kapell, Van Cliburn, Wild, Vered y Weissenberg en el pasado y, más modernamente, Zimerman, Andsnes, Grimaud, Buniatishvili, Lisitsa y un largo etcétera.
Pues bien, la respuesta en el caso de Trifonov es rotunda: nos hallamos ante el mejor Segundo Concierto de Rachmaninov posible. El joven pianista ruso toca espléndidamente, con una explosividad técnica apabullante cuando es pertinente, un fraseo depurado, elegante y noble, gran vigor y brillantez y con una pasión contenida, ideal para evitar caer en el sentimentalismo y así ofrecernos el vuelo melódico y la hipnótica emoción de esta bella obra en toda su pureza. En lo que respecta al extraordinario Concierto n. 4, el más moderno (y raveliano) de Rachmaninov, una obra injustamente denostada, plagada de bellezas y magníficamente compuesta (Rachmaninov la revisó implacablemente varias veces), Trifonov despliega las mismas cualidades apuntadas, pero mostrándose aún más sensible y creativo en el maravilloso y jazzístico Largo, cuyo carácter improvisatorio y nocturno, cercano al jazz y al blues, Trifonov capta y transmite a la perfección. En los movimientos extremos su pianismo es vibrante, brillante y contundente, firmando quizá, la mejor versión moderna de la obra (frente a la excelente de Andsnes y la extraordinaria de Lisitsa) e igualándose a Benedetti-Michelangeli, Earl Wild y al propio Rachmaninov, que es insuperable entre otras cosas, no solo por ser el autor de la obra, sino el más grande pianista de la historia técnica y musicalmente solo superado por Liszt.
El acompañamiento orquestal de la gloriosa Philadelphia Orchestra, históricamente gran traductora de estas páginas, es modélico, de gran colorido y brillantez, con una dirección musical atenta al solista, cuidadosa, matizada y robusta de Yannick Nézet-Seguin, al que esta música le va como anillo al dedo. El disco se completa con la inclusión de tres fragmentos o movimientos transcritos deliciosamente por Rachmaninov de la Partita para violín en mi mayor BWV 1006 de Bach, que Trifonov aborda con respeto, fidelidad al estilo, introspección y virtuosismo.
Espectacular grabación, de gran presencia y fidelidad, procedente de tomas en vivo en Filadelfia, con un público entusiasmado. No es para menos… En definitiva, disco sensacional, deslumbrante y obligatorio para los que quieran escuchar el más puro y noble Rachmaninov de la actualidad.
Luis Agius