Daniel Barenboim, piano.
DG 002894798741 (CD)
El primer Debussy del año
Este disco es una madrugadora celebración del primer centenario de la muerte del gran Claude Debussy. Los 12 Preludios del Primer Libro podemos por fin escucharlos en esta memorable interpretación sin la voz en off que en varios momentos pisaba sobre la música en el DVD del sello TDK y más adelante en el Blu-ray EuroArts (titulado en un principio, extrañamente, Entre quatre z-yeux) y que fue filmado por Paul Smaczny en el Institut Pere Mata de Reus (precioso edificio modernista) en agosto de 1998. La toma de sonido, a cargo del reputado Toine Mertens, es un verdadero portento, sobre todo tras su remasterización, pese a que las numerosas vidrieras del salón donde se filmó hacían pensar en que su acústica sería problemática. Esta interpretación (el único Debussy pianístico grabado por Barenboim hasta entonces) bordea la genialidad.
Sin dar la espalda a la tradición (desde Walter Gieseking a Arturo Benedetti Michelangeli y Aldo Ciccolini), en estas recreaciones parece estar también presente la huella de Claudio Arrau, bastante más que la de Krystian Zimerman o de Jean-Yves Thibaudet (intérpretes todos ellos ampliamente reconocidos de estos Preludios). La sensibilidad de Barenboim para los timbres, la imaginación sonora, es extrema, pero no parece ser su mayor preocupación, sino que trasciende ampliamente los aspectos sensoriales, recreando atmósferas de hondo significado o plenas de sugerencias, desde una yerta soledad a alucinaciones aterradoras. Así, el pavor que transmite en Lo que ha visto el viento del oeste, los ecos hispanos tan resaltados de La serenata interrumpida, como la cantabilidad y la dulzura de La doncella de los cabellos de lino o el humor grotesco de Mintrels. La cumbre de la colección está seguramente en la más impresionante Catedral sumergida que haya escuchado.
Para completar el disco, Barenboim acudió en octubre de 2017 con su nuevo piano (¡ideal también para esta música!) a los reputados Estudios Teldex de Berlín para registrar (de la mano de los formidables Friedemann Engelbrecht y Sebastian Nattkemper) otras seis piezas del compositor francés: las juveniles y ya geniales Estampes (Pagodes, La soirée dans Grenade, Jardins sous la pluie: 1903), el famoso Clair de lune de la Suite bergamasque (un auténtico prodigio de alquimia sonora), La plus que lente (1910) cuya sección central está, inesperadamente, inflamada de pasión. A propósito, quisiera llamar la atención sobre la irrepetible interpretación (Philips, 1991) de esta página realizada por Arrau a los 88 años de edad. La sexta página referida es la apenas conocida pero bella, serena y doliente Élégie (1915), abiertamente superior aquí a las restantes versiones que he repasado. Es de esperar que el gran maestro argentino, que este año se sumerge a fondo en la producción orquestal, vocal y operística (Pelléas et Mélisande) del autor de El Mar, lleve al disco otras de estas composiciones, pues la humanísima madurez que ha alcanzado es verdaderamente luminosa.
Ángel Carrascosa Almazán