Compositor, director, pianista, docente y divulgador. Reinbert de Leeuw (1938-2020) es una de las máximas figuras de la música neerlandesa; de la clásica y, claro, de la contemporánea. Su dimensión creadora sufrió ciertos vaivenes, por circunstancias laborales y también por autoexigencia, pero posee una fuerza emocional, intelectual e incluso política que pocos poseen. Por eso hay que aplaudir toda difusión de su catálogo. Y más si las versiones se hallan a la misma altura que las composiciones. Es el caso de este disco que reúne dos de sus obras sinfónicas, separadas por cuatro décadas.

Der nächtliche Wanderer es un enorme poema sinfónico de casi una hora de duración; nace (conceptual y rítmicamente) del poema de Hölderlin, y requiere de una orquesta de grandes proporciones más otra fuera de escena y sonidos grabados (recitador, acordeón y orquesta de cuerda). El discurso, inquietante, se desarrolla con una enorme dilatación que sobrecoge, y basándose siempre en fórmulas de números primos (los números más solitarios que existen). Hay que dominar la música para conseguir un fluido semejante. La otra pieza, Abschied, de 1973, sintetiza toda esa turbación en menos tiempo y con descargas prácticamente desde el inicio. Dos ejemplos de una misma personalidad preocupada por plasmar los abismos de las últimas décadas. Ambas obras son recogidas por primera vez en disco y tomadas del directo por una orquesta y dos directores (uno de ellos, el propio De Leeuw) que aman lo que hacen.    

Juan Gómez Espinosa