Daniel Barenboim, piano y dirección. Varias orquestas, cantantes y solistas.
Sony Classical 889853936328 (43 CD / 3 DVD)
Colosal
“Su hijo toca el piano maravillosamente, pero debo decirle que su forma de tocar, realmente, es la de un director”, certificaba Markevitch al padre de Daniel Braenboim, que años antes también había recibido el elogio de Furtwängler en Salzburgo, asegurándole que “el niño de 11 años, Daniel Barenboim, es un fenómeno”. Nada hacía presagiar a Enrique Barenboim que su hijo dominaría la música desde la globalidad, de manera muy filosófica, más allá del piano que el propio niño Daniel, al comenzar a tener relaciones sociales, imaginaba que del mismo modo todos los niños lo tocaban como él.
El colosal músico está representado en esta edición de Sony Classical, que conmemora los 75 años del pianista y director, aunque la esplendorosa caja recoge más interpretaciones desde la batuta que desde el piano, grabaciones realizadas para los sellos CBS/Sony y RCA, bastantes de ellas en su momento con escasa difusión en España, además de recuperar algunas que nunca habían sido editadas en CD. Este “otro” Barenboim (en Europa, tanto sus registros para Emi, Deutsche Grammophon o Warner tuvieron más difusión que éstas) ha sido catalogado de manera cronológica, comenzando por 1967, junto a un Pierre Boulez que ya dirigía Alban Berg con la misma intensidad y perfección que lo haría el resto de su vida. Este Concierto de cámara, que ambos volverían a grabar en una más depurada y menos salvaje interpretación a finales de los setenta, inaugura una lista de grabaciones que culminan con el segundo de los Conciertos de Año Nuevo con la Filarmónica de Viena que dirigió el argentino, en 2014, con un dominio total de los elementos y una dirección de autor que muestra su poderosa personalidad ante un evento de rígida formalidad y anclado en la inamovible tradición.
Si bien en la caja no hay nada de quien se convertiría con el paso de los años en su obsesión, Richard Wagner, a cambio, hay, por ejemplo, mucho Elgar, fruto de sus años de estudio con Barbirolli (“donde aprendí a aprender”, afirmó Barenboim de aquellos años en la década de los sesenta con “JB” y la Hallé Orchestra). Ambas Sinfonías, de trazos impulsivos si se comparan con las brucknerianas grabadas recientemente con la Staatskapelle Berlin, la London Philharmonic se trasluce como vehículo ideal para unas versiones muy británicas, poderosas, con la sombra de Barbirolli bien presente. Todo el Elgar rezuma autenticidad, si bien Falstaff marca el punto más alto y unas Marchas de Pompa y Circunstancia el menos afortunado, que ahora dirige, como ha hecho en los Proms de este verano, de manera bien diferente, mucho más creativa (por cierto, el speech del maestro tras uno de los conciertos de los Proms es obligado, está disponible en YouTube). El Concierto para cello, con una ya enferma Jacqueline Du Pré, como las Enigma, se disfrutan, pero la toma de sonido es bastante opaca.
Entre los amigos de Barenboim firman algunos discos que son gloriosos, por ejemplo con Stern, con el que hace un Concierto de Beethoven inmenso, aunque todavía más hermoso es un disco francés con la Orquesta de París, con la que inició titularidad en 1975, en el que Stern luce su mítico sonido y un registro agudo a todo color. También en París hizo un soberbio Te Deum de Berlioz y se ha reeditado el inencontrable e imprescindible Harold en Italia, con su íntimo Zukerman.
Son muchos los registros indispensables, como una arrolladora Cuarta de Tchaikovsky con la New York Philharmonic de Bernstein en 1971 (“Amo a ese muchacho”, afirmó Bernstein al conocer la implicación de Barenboim en el conflicto israelí”); los Conciertos para violín de Mozart con Zukerman y otra orquesta con la que inició una intensa relación en 1965, la English Chamber, con la que se grabaron maravillas como la Sinfonía Concertante K 364 (Zukerman y Stern) más bella de la discografía; o los Conciertos para piano de Beethoven con Rubinstein, un enfoque de una serenidad y profundidad que hoy, ante tanto Beethoven experimental, se antoja más necesario que nunca.
Entre los DVD, además del citado Concierto de Año Nuevo, se encuentran las Sonatas para violín de Brahms con Perlman y un fascinante Trío con trompa, al que se añade Dale Clevenger, primer trompa de la Chicago Symphony, su orquesta desde 1989, cuando sustituyó a Solti. Igualmente, Sony ha incluido el emocionante concierto con la Filarmónica de Berlín tras la caída del Muro. Con esta orquesta tenemos una Fantástica de Berlioz que hoy suena igual de “fantástica” (inigualable Adagio), una portentosa selección de Lieder de Mahler con un magistral y mayor Dietrich Fischer-Dieskau, en una especie de alfa y omega tras su primer Mahler con Furtwängler en los cincuenta. Si Wagner no estaba incluido en la edición, sí que aparece camuflado en la Sinfonía Inacabada de Schubert (vuelta a escuchar ahora, es una interpretación más reveladora que ninguna), ciclo registrado tras recibir el filtro de Tristán, por el que pasó un director que lleva 55 años dirigiendo y tocando, escribiendo y coloquiando, haciendo música como destino vital. Barenboim es el gerundio del arte.
Gonzalo Pérez Chamorro