Muchas veces nos preguntamos por la necesidad de grabar las mismas obras una y otra vez, como si no quedara nada más que decir acerca de las mismas. Este disco de Jean Rondeau es una buena prueba de que siempre se puede ir un paso más allá. Su tercer disco en Erato al clave, dedicado a Domenico Scarlatti, contiene una selección de Sonatas diversas en estilo y forma que nos hacen replantearnos muchas cosas. ¿Hasta dónde puede llegar la libertad creativa? Rondeau piensa que todo lo lejos que uno quiera, y su Scarlatti así lo demuestra. El francés es un maestro del instrumento, cuya autoridad técnica está fuera de toda duda; a partir de ahí, es capaz de exprimir el teclado hasta el límite para producir un sonido absolutamente personal y muy original. ¿No deberían ser así todas las interpretaciones?

Su Scarlatti romántico y pianístico resulta siempre vehemente y apasionado, por momentos exaltado. Las libertades rítmicas que se toma (quizás el punto más discutible) provocan una exacerbación sonora adicional, que a veces resulta muy aparatosa (K 460), pero que no deja indiferente. Con todo, es capaz de alcanzar unas cotas de profundidad (K 213, K 481) impresionantes, llevando a una nueva dimensión a estas magistrales piezas. En el balance global, la extravagancia no empaña la maestría de su interpretación. Para versiones referenciales, mejor acudir a la integral de Scott Ross en el mismo sello.

Jordi Caturla González