A veces pienso que la vida de algunos intérpretes debe ser como aquella película en la que Bill Murray repetía una y otra vez el mismo día… Solo que en esta ocasión se trata de repetir una y otra vez la misma música, para plaisir de su ejecutante y joie del oyente, que asiste a la perfección domesticada día tras día de estudio incansable sobre el mismo repertorio. Es esto lo que le ocurre en parte al clavecinista y fortepianista Yago Mahúgo (ver entrevista en la página 33), “Monsieur del clave francés” que acomete en ésta, una nueva grabación de la música para clave francesa, tras sus registros precedentes que le condenan como uno de los intérpretes más sabios en este repertorio, estudiado con su maestro Christophe Rousset.

Cuesta disociar a Mahúgo del clave francés, a sabiendas que se ve a escondidas con Haydn (Las 7 últimas palabras, por ejemplo, también grabadas) y otros compositores afines a su estilo y a sus instrumentos. Pero da gusto verle pasear con tanto garbo con la familia Couperin, de la que nos acaba de regalar la integral de Armand-Louis, “el último los grandes Couperin, que falleció precisamente en 1789, el mismo año de la Revolución Francesa”, nos relata en la entrevista.

La música de AL (para los amigos) nos evoca la grandiosidad versallesca trazada por sus familiares y antepasados, pero ya se opone en un siglo que da la bienvenida al Clasicismo y a la Ilustración en contraposición del gusto Barroco. Los registros escogidos, la pulsación, el sonido y la belleza de las piezas (Allemande, La Chéron o las notes repetées de Les Cacqueteuses) hacen irresistible la escucha.

Gonzalo Pérez Chamorro