Orquesta Filarmónica de Viena / Daniel Barenboim.
Sony, 88883792289 (DVD)
Segundas partes, igual de buenas
En las últimas entregas del Concierto de Año Nuevo pudimos disfrutar moderadamente, aburrirnos soberanamente o sorprendido de principio a fin: en 2011 y 2013, con un Franz Welser-Möst tocado con la gracia de la desgracia; en 2012, con un artesano del sinfonismo, Mariss Jansons, haciéndonos pasar un buen rato; y en 2010, inimaginablemente, con un inspirado y muy centrado en el estilo Georges Prêtre.
Daniel Barenboim, que en esto de los Strauss es como en todo lo demás, un director amado hasta el delirio u odiado con saña, había ya hecho sus pinitos discográficos antes de visitar las áureas cariátides de la Sala de Año Nuevo en 2009. Pero aquello fue otra cosa. Había explicado antes en sus discos a Johann Strauss desde su cátedra sinfónica, pero al estilista no se le esperaba. Llegó, sin embargo, dando una soberana sorpresa al dirigir el mejor y más interesante concierto desde hacía bastante tiempo (en realidad hubimos de remontar alguna que otra década para acordarnos de algo tan bueno). Hubo en ese concierto versiones memorables, y no siempre coincidentes con las músicas de mayor peso. Lo que seguramente fue una de las cosas que más sorprendió, como ahora en este de 2014, de alguna manera un calco de aquel: ¿se puede dirigir, como lo ha hecho en el 2014, una Marcha egipcia así sin ser Klemperer? Pero también hacer una tan gloriosa versión de los Cuentos de los bosques de Viena o del mismísimo Danubio azul, una dulce interpretación que en el fondo casa raro con el carácter del argentino. Y después, las piezas de segunda, dichas todas ellas como si de la mejor música se tratara, con un respeto y un amor encomiables…
En el número de marzo de 2009 año apareció mi crítica de aquella entrega, y en ella explicaba muy detalladamente las razones por las que el concierto había sido un acontecimiento. Ahora habría de repetir prácticamente lo mismo, solo que para Barenboim han pasado unos pocos años, y parece estar todavía más creativo y original, y también más imbuido por el estilo. Su elástico discurso, fraseando con una mezcla de delectación y fuerza rítmica absolutamente milagrosa, lo convierten en un auténtico poeta del género (como le he leído a Pérez de Arteaga, que alucinaba en la transmisión, como siempre manejada de forma brillante), un caso único seguramente desde Karajan. Por cierto, a Barenboim también le parece que el del 87 ha sido el mejor concierto de año nuevo hasta hoy.
El DVD que ahora se presenta (también ha salido en CD y Blu-ray) incluye el “cómo se hizo” el concierto, y hay que aplaudir la idea. Hasta ahora la grabación se acompañaba de un reportaje turístico que, como es lógico, cubría otros objetivos.
Pedro González Mira