Este tercer disco de Lang Lang para Sony, tras “Live in Vienna” y el dedicado a Liszt, es, por fin, el primero dedicado a la obra pianística pura de Chopin, aunque no el primero dedicado al polaco, del que ya grabara los dos Conciertos junto a Mehta y la Filarmónica de Viena (DG). Grabado en 2012 en Berlín, con gran naturalidad y un sonido bellísimo del piano, en sintonía con la apabullante claridad del chino, al que se le escuchan todas las voces a la perfección, más por mérito propio que por el de los ingenieros de sonido, tiene como grueso del disco los Estudios Op. 25, colección que ya coloca a Lang como uno de sus más grandes intérpretes. El Chopin de Lang es de una belleza melódica excelsa, meditada y controlada, con un cuidado de las dinámicas absoluto y un fraseo, en consecuencia, tremendamente bello y seductor. En principio es un Chopin fundamentado en el clasicismo, sin buscarle hallazgos armónicos ni extravagancias (tal vez haya un poco de esto en el Estudio n. 3), de una lógica tremenda, que es donde radica la verdadera dificultad (rubatos incluidos). Tanto los Nocturnos, verdaderas caricias ensoñadoras, los Valses, de un prodigio rítmico, o el Andante Spianato, puede que el mejor que haya escuchado (Rubinstein incluido), confirman que este chino no languidece.