Orquesta de la Gewandhaus, Leipzig / Andris Nelsons.
DG 4798494 (CD)
La Marcha fúnebre de El ocaso de los dioses que abre el disco está admirablemente pensada y realizada, pero transmite una extraña, fatalista quietud, más que la tremenda tensión de que la dotan Georg Solti o Daniel Barenboim. Y en cuanto a la Séptima Sinfonía de Anton Bruckner, tercera entrega de su ciclo (tras las Sinfonías Tercera y Cuarta “Romántica”), se trata de una bellísima versión, excelsamente cantada, dicha y planificada, en la que predomina la calma hasta un grado que puede resultar objetable, pues no es solo morosa, sino predominantemente tranquila, serena, contemplativa, desprovista de la soterrada tensión interna de la que un Sergiu Celibidache, pese a una lentitud aún mayor (¡mucho mayor!), acertaba a dotarla.
Realmente, Andris Nelsons parece aquí un director crepuscular, como de vuelta de todo. Solo se encrespa, hasta cierto punto, en el Finale: Bewegt, doch nicht schnell. Me temo que este dotadísimo músico, genial por ejemplo en Brahms, no es en Bruckner donde más está destacando. Con todo, estoy seguro de que a muchos les entusiasmarán estas sin duda muy hermosas versiones. Bella y redonda la sonoridad de la Gewandhaus de Leipzig, sobre todo en la aterciopelada cuerda. La toma de sonido, amplia y natural, no es todo lo transparente que puede y suele exigirse hoy. Característica, seguramente, de la sala de la Orquesta, donde están siendo grabadas.
Ángel Carrascosa Almazán