Siguiendo con su ciclo Bruckner, acaba de salir a la luz la Cuarta precedida del Preludio I de Lohengrin, este una interpretación especialmente religiosa, de extraordinaria belleza y perfecta planificación en su largo crescendo, su clímax y su decrescendo final: una maravilla. Pensamos en un gran maestro de muchos años de edad que concibe la partitura con enorme amplitud, serenidad y delectación, extrayendo sus enormes bellezas. Una batuta de vuelta de todo, sin la menor intención de exhibicionismo o de gran brillantez, a quien parecen interesarle menos otros aspectos, como su fuego y su entusiasmo, su fulgor. Es la de Nelsons una opción muy respetable, pues está defendida con un sonido y un estilo Bruckner genuinos. El Andante y el Trio del Scherzo me han parecido maravillosos. Pero hay un instante que no ha resuelto bien: la súbita entrada fortísimo (14'35") del primer movimiento no está preparada y parece no justificarse. Es solo un detalle menor, sin duda, que se extiende hasta los 70' (como 5 más de la media, solo superada por Celibidache y por un par de versiones más bastante forzadas). La toma de sonido, teóricamente en público (lo que parece dudoso, al no oírse el menor murmullo) en la Sala de la Gewandhaus, no es del todo lograda para los tiempos que corren: muy natural, probablemente como se escucharía en un lugar privilegiado de la sala, pero en la que merma algo la transparencia, que se sacrifica un tanto a favor del empaste orquestal. Pero conozco grabaciones recientes en las que se ha conseguido un magnífico equilibrio entre una cosa y la otra. 

Ángel Carrascosa Almazán