Recientemente vi The innocents, el film de Jack Clayton (institutriz de Deborah Kerr), adaptación muy fiel de la novela de Henry James, la misma sobre la que Britten y Myfanwy Piper basaron esta descomunal ópera. Y la sensación vuelve a ser la misma: puertas abiertas y desconcierto ante cada situación, es el espectador, el lector o el oyente el que debe asumir las conclusiones. Tal cual hace Jonathan Kent en esta producción de Glyndebourne de 2011, ya un clásico de la Historia de la Ópera y una de las más inteligentes puestas en escena vistas en las últimas décadas. Hrusa no es ni Bedford ni Harding (que grandísima su dirección en su colaboración con Luc Bondy) y mucho menos Colin Davis, pero el reducido grupo de la Filarmónica londinense se luce y acompaña a todo lo extraordinario que sucede en escena, con la bellísima institutriz de Miah Persson y un Toby Spence cada vez más heredero de Pears y su escuela. 

G.P.C.