James Bowman, Ileana Cotrubas, Felicity Lott, Cynthia Buchan, Ryland Davies, Dale Duesing, Curt Applegren, etc.
Coro y Orquesta Filarmónica de Londres / Bernard Haitink. Escena: Peter Hall.
Opus Arte OA1373D (DVD)
Fantasías inglesas
A Midsummer Nigt’s Dream es una obra maestra absoluta. Britten puro de oliva. Se desarrolla en tres estratos de la fantasía distintos. En primer lugar están las hadas sílficas, es decir, el mundo de la consciencia. En segundo plano, el mundo de los refinados jóvenes atenienses insertos en su existencia cortesana, o lo que Wilfrid Mellers llama el “nivel preconsciente de las hadas”. Y en tercera fila, el mundo de los rústicos artesanos (artesanos-actores), que de alguna manera es todo lo anterior al mismo tiempo. Britten ya había ensayado antes convivencias parecidas en Otra vuelta de tuerca o en Notturno, pero ahora mira a Shakespeare para explicitar de manera más directa la relación entre realidad y sueño, entre el mundo de la noche y la claridad de un mundo menos interesante.
Así, el primer nivel del relato lo ocupan las hadas, con Oberón (un contratenor), el rey de los silfos, al frente; Tytania, el hada madrina de los silfos (una soprano de coloratura) y el duende Puck, un actor-cantante. La segunda línea dramática la ocupan los habitantes de la corte de Atenas: Teseo, duque de la ciudad (un barítono); Hipólita, reina de las Amazonas, prometida de Teseo (una contralto); Demetrio y Lisandro (barítono y tenor, respectivamente) y Hermia (mezzosoprano) y Helena (soprano). Los dos aman a Hermia, pero esta solo corresponde a Lisandro. Helena está enamorada de Demetrio. Y por último están los rústicos, que son artesanos convertidos en actores: Bottom, el tejedor (tenor); Qince y Snug, los carpinteros (barítonos); Flute, el arreglador de fuelles (tenor); Snout, el hojalatero (tenor), etcétera. También hay coro.
Sinopsis del Sueño
Crepúsculo en el bosque. Oberón ordena a Puck que busque una hierba para fabricar un elixir mágico: quien lo ingiera, al despertar se enamorará del primer ser que tenga delante. Lisandro y Hermia van a casarse, a pesar de la oposición del padre de ella. Demetrio está enamorado de Hermia y Helena de Demetrio. Oberón decide ayudar a Helena. Aparecen los rústicos, para representar una obra en la boda de Teseo. Puck, por error, echa elixir en los ojos de Lisandro. Al despertar, ve a Helena, con lo cual se enamora de ella. Oberón hechiza también a Tytania. Puck encanta a uno de los rústicos, transformando su cabeza en la de un asno. Tytania despierta y ve al asno; se enamora de él. Oberón se da cuenta de que todo está mal, por lo que decide hechizar a Demetrio, que al despertar y ver a Helena se enamora de ella. Esta y Hermia riñen y Lisandro y Demetrio deciden batirse en duelo. Todos caen rendidos. Ya de madrugada, todos duermen, y Oberón decide retirar el hechizo a su reina, con la que se reconcilia. Los demás, al despertar, se emparejan correctamente. Teseo e Hipólita se disponen a festejar sus esponsales junto a las otras dos parejas. Los rústicos harán su representación. Al final, las hadas bendicen la casa y a sus moradores. Cuando amanece, todo vuelve a ser como antes: cada oveja con su pareja, la vida en orden, en un orden social que no puede ser otro.
Los amantes, todos, han de alcanzar su equilibrio: los silfos, reconciliados, y los príncipes, felizmente desposados. Pero hasta ahí llega la ambigüedad calculada de los tres homosexuales (Shakespeare, Britten, Pears), pues la representación teatral programada por los artesanos convertidos en actores no es más que una triste parodia de la mascarada colectiva, del bel canto a la italiana, de la rusticidad de la comedia del arte. De la indefinición sexual. El final es tan feliz como antinatural.
El sueño de una noche de verano es la primera gran ópera de madurez de Britten. Escrita entre 1959 y 1960, ocupa el lugar 11 de su producción y es la única basada en Shakespeare; también la única con libreto propio (y de su pareja, Peter Pears). Fue una obra de encargo para inaugurar la reconstrucción de la Jubille Hall del Festival de Aldeburgh, un evento creado por Britten y Pears. Esa es una pequeña sala (unas 300 localidades), lo cual condicionó el formato de la pieza: 22 músicos en total. La primera representación tuvo lugar el 11 de junio de 1960; un año más tarde la dirigía Solti en el Covent Garden.
Britten y Pears (que cantó el papel de Flute en la función del estreno, imitando descaradamente a Joan Sutherland) sometieron la obra original de Shakespeare a una importante poda sin que, sin embargo, perdiera su significado más profundo. Britten y Pears se interesaron por una tradición que venía de siglos atrás, cuando los textos del escritor se escuchaban mezclados con músicas de corte popular. Sin embargo, partieron del texto de Shakespeare para obtener un libreto hecho de cortes del original, pero respetando escrupulosamente las palabras del autor. El compositor escoge este texto no casualmente; el asunto tiene mucho que ver con su particular manera de ver y vivir la vida, puesta en relación con sus inquietudes sonoras, expresivas y dramáticas.
El uso de la tonalidad de manera ambigua, la tonalidad presentida, la sutil utilización de series dodecafónicas para la música del sueño; la orquestación, sencilla, suave, riquísima en voluptuosidades varias; las recurrencias barrocas bajo el texto de Shakespeare, la utilización de un contratenor para el personaje dueño de la historia, Oberón; la planificación tímbrica de los distintos niveles dramáticos, la magia sonora que envuelve a la música del bosque… son logros de un músico soberbio al que solemos adorar pero al que se sigue sin valorar en su justa medida. Al menos en términos comparativos con los de su entorno. Cosas de la música clásica, de la música clásica en un siglo que seguramente necesita ser reescrito.
Conozco tres versiones discográficas de esta ópera (o cuatro; la cuarta ni la nombro). La primera es la del propio Britten grabada en audio, que es un trabajo que goza de la elocuencia del Britten director, y que cuenta con Pears en el reparto (Lisandro). La segunda, de treinta años después, también en audio, es la mejor dirigida. Colin Davis está aquí inmenso. Pero recomiendo la presente, en DVD, porque esta es una ópera para escuchar, por supuesto, pero sobre todo para ver.
El montaje es estupendo, lo que en una obra tan mágica como esta adquiere una especial dimensión. Se trata de una producción de Peter Hall que hace años estuvo publicada en NVC Arts, con dirección musical de Bernard Haitink para el Festival de Glyndebourne de 1981. ¿Es la dirección de Haitink tan buena como la de Colin Davis? Seguramente no. Pero sigue siendo muy interesante y ajustada. ¿Y los cantantes? Pues lo mismo; son excelentes y, algunos, como Ileana Cotrubas (Tytania), James Bowman (Oberón), Ryland Davis (Lisandro) o Felicity Lott (Helena), están soberbios. Con lo que, en fin, hablamos de una versión que se escucha y ve muy bien. Francamente recomendable.
Pedro González Mira