De manera brillantísima acaba de concluir Paavo Järvi y la Deutsche Kammerphilharmonie Bremen su ciclo sinfónico Brahms. Tras los aclamados ciclos de las Sinfonías de Beethoven y Schumann, se han acercado al compositor hamburgués y el resultado no puede ser más óptimo. El proceso de gestación de estas grabaciones nos puede dar la pista de su manera de trabajar. No es solamente que las ensayen, sino que antes de pasar por el estudio de grabación las interpretan como ciclo completo en Tokyo, Viena, San Petersburgo, el Rheingau Musica Festival y en Canadá. Son tantos los detalles que se perciben (voces intermedias de violas y cellos en determinados pasajes de la Sinfonía n. 3, ataques de una sincronización perfecta, flexibilidad en los tempi, empaste de los vientos en melodías al unísono…), que a las claras muestran el compromiso de la orquesta. 

La transparencia en el sonido es asombrosa, y la toma sonora es brillante, dando al sonido el espacio justo para no desvirtuar los planos sonoros en su presencia. La dirección de Paavo Järvi es portentosa en su fraseo y equilibrio. Sin lugar a dudas en Bremen han encontrado como dar valor de nuevo a la grabación discográfica, y con discos como este está claro que tiene sentido meterse de nuevo en los estudios.

Jerónimo Marín