Daniel Barenboim. Staatskapelle Berlin / Gustavo Dudamel.
DG, 4794899 (2 CD)
Volviendo a Brahms
Ningún pianista importante ha estado más ligado que Barenboim a estos Conciertos, ni nadie los ha grabado en tantas ocasiones: ocho veces el Primero y siete el Segundo. Los últimos han sido registrados en público por DG en la Philharmonie berlinesa en septiembre de 2014. Sorprende que, a punto de cumplir sus 72 años, Barenboim siga en tan buena forma, pues costará hallar algún que otro desliz o emborronamiento, mientras por el contrario hay escalas o trinos comprometidísimos tocados con asombrosa limpieza. Con una bellísima sonoridad brahmsiana que me recuerda ahora mucho más que antes a Claudio Arrau, el argentino exhibe una capacidad de matización en la dinámica y en la agógica ilimitada y, por supuesto, una gama dinámica amplísima, como es imprescindible. Frente a grabaciones anteriores (Barbirolli, Kubelik, Mehta, Giulini, Celibidache, Rattle), ahora abundan más momentos de íntimo lirismo llevados al límite de concentración expresiva.
Aunque se ha ganado en introspección, no se ha perdido precisamente en fuego: a este respecto, el segundo movimiento del Segundo Concierto extrema la exigencia brahmsiana de appassionato. Bueno, acostumbrados al reciente pianismo de este artista (las Sonatas completadas de Schubert, sin ir más lejos), no se puede decir que me hayan sorprendido estas nuevas dianas. Pero de Dudamel interpretando a Brahms poco o nada sabía, y he aquí la gran sorpresa: suena a Brahms por los cuatro costados, y la inteligencia, la penetración, la atención al detalle y al conjunto, el fuego y la sensibilidad de que hace gala son admirables. El Primero es más sosegado, introspectivo y maduro que hosco y rebelde (pero quede claro que estas dos características no están precisamente ausentes), y el Segundo responde a cuanto pueda exigirse de la versión ideal: elocuencia, fuerza, tensión, fuego, lirismo, delicadeza, hondura, siempre con una belleza perturbadora; realmente el piano y la batuta se hallan en estado de gracia, algo que no todos los días está al alcance ni siquiera de los más grandes músicos.
La Staatskapelle Berlin suena, como dice un amigo, más berlinesa, más alemana aún que la Filarmónica de Berlín: es de justicia destacar al primer trompa y al cello en el Segundo Concierto, y creo no exagerar diciendo que en su Andante nunca he escuchado un solo de cello que me haya gustado más tanto por su expresividad como por su sonido (y sin embargo no han citado su nombre en el libretillo). Se trata, acaso, de mi Segundo de Brahms predilecto, mientras el Primero está entre los tres o cuatro que más me gustan. Las tomas de sonido (Engelbrecht/Moeller, Estudio Teldex) son, seguramente, las mejores de la discografía.
Ángel Carrascosa