La discografía del Cuarteto Quiroga para Cobra Records nos había dejado emocionantes interpretaciones, pero todos los discos, hasta este Brahms, traían vino blanco conjugado con vino tinto, sin centrarse en un solo autor. En este Brahms, con los dos Cuartetos Op. 51, sólo hay vino tinto, concentrándose en un solo autor y servido de manera soberbia. Entrar de lleno en el Primer Cuarteto (a Brahms le gustaba inaugurar los géneros de manera impactante: Tríos con piano, Sinfonías, Conciertos para piano) es como abrir súbitamente el alma del músico. Y así lo entienden los Quiroga, que profundizan entre la bellísima melancolía con la rasgada pasión (recuerda esta pasión desgarradora aquella tensa interpretación del Lasalle), llevando un ritmo de una precisión colosal, que sustenta toda la base expresiva con firmeza, un ritmo que también atiende a sutiles rubatos. El sonido es muy bello y aunque algunas sonoridades son fijas, el sentido que tienen dentro del discurso es muy coherente. Y es este sonido quizá la gran baza, porque además de sonar a Brahms, el empaste alcanza un color de una gran belleza (Andante moderato del Op. 51/2, fraseado con gran paladeo, tendente a cierta morosidad), apoyados en una grabación de excepcional calidad y naturalidad.

Gonzalo Pérez Chamorro