Obras de BEETHOVEN, BRUCKNER, HAYDN y MAHLER.
Coro y Orquesta Sinfónica de la Radio de Baviera. Solistas.
BR Klassik 900174 (11 CD)
FELIZ CUMPLEAÑOS
El pasado 4 de marzo Bernard Haitink soplaba las velas de su noventa cumpleaños. De los directores en activo, solo Herbert Blomstedt, con 91, supera en edad al holandés. Y para esta efeméride, el sello oficial de la Radio de Baviera, BR Klassik, ha reunido en un cofre diversas grabaciones en vivo con la poderosa Orquesta Sinfónica de la Radio de Baviera, interpretaciones que van temporalmente desde 1997 con Las Estaciones de Haydn, hasta 2017 con la Sexta Sinfonía de Bruckner, pasando por 2005 (Cuarta de Mahler), 2010 (Quinta de Bruckner), 2011 (Novena de Mahler), 2013 (La Creación de Haydn), 2014 (Missa Solemnis de Beethoven) y 2016 (Tercera de Mahler). Es decir, todas incursiones de un maestro en su madurez, con el valor añadido que otorgan las interpretaciones en directo.
El pilar de repertorio del de Amsterdam es el sinfonismo del siglo XIX, con añadidos del siglo XX, especialmente Mahler, que podría considerarse como su “compositor de cabecera”. Desde que interpretara la primera nota de Mahler, han pasado más de cincuenta años; Haitink no es un mahleriano más, sus interpretaciones deben considerarse como uno de los principales enfoques interpretativos, especialmente si tenemos en cuenta que Mahler ha sido y es interpretado (y ha sido y es grabado) por decenas de directores de primera fila (con Kubelik, quizá fue el pionero en Europa grabando la integral). Así, esta caja enseña sus cualidades en una embriagadora Tercera, que seduce desde la perfecta cohesión estructural, siendo Haitink un narrador de la historia como pocos; rara vez se deja llevar por destellos, toda su dirección está encaminada a contar “la historia” con sentido, alcanzando en el Langsam final una explosión sonora bañada de una melancolía crepuscular muy emocionante. Del mismo modo, la Cuarta, menos extrovertida que la de un Currentzis, rebusca entre sus pliegues sonoros para brotar con savia nueva, como si no la hubiéramos escuchado antes de tal manera (imprescindible pasear por el lloroso Ruhevoll). La Novena, alejada del sacrificio constante que impone el dolor de los movimientos que la abren y cierran, no es tan colosal como la Tercera, pero su atrevimiento sonoro (nadie ha hecho sonar las campanas como Haitink) es una más que atractiva cualidad a una interpretación que reúne toda la sabiduría de décadas sobre esta partitura.
La locura tímbrica que se desprende como un anhelo en la Quinta de Bruckner tiene un férreo control que impone su soberbia polifonía, mientras la Sexta, joya oculta, es realzada en todo su esplendor, con un sonido orquestal bellísimo (otra maravilla). En las obras corales, el Coro de la Radio de Baviera es tan espléndido como sus colegas instrumentales, luciendo una clase portentosa. En la Missa Solemnis, que es quizá lo menos bueno de la caja, la primera parte (Kyrie, Gloria, Credo) no se corresponde con la humanista segunda (Sanctus, Agnus Dei), sin la trascendencia requerida.
Si La creación ya fue alabadamente criticada en esta revista por Ángel Carrascosa, con Las Estaciones se repite el milagro, desde hace muchas décadas no se conoce grabación discográfica de esta obra (¿el más bello de los oratorios?) que reúna tantas y admirables cualidades en una música muy difícil de montar (ya la introducción pone el punto sobre la i de romanticismo). Feliz cumpleaños maestro.
Gonzalo Pérez Chamorro