Nigl, Byers, Paster. Coro y Orquesta del Teatro Bolshoi / Teodor Currentzis.
BelAir Classiques BAC068 (DVD)
WOZZECK REVISITADO
San Petersburgo fue una de las primeras capitales en presenciar una producción de Wozzeck, una partitura que el compositor Alban Berg (que llegó a personarse en la capital rusa para asistir al estreno) había presentado en la Staatsoper de Berlín el 14 de diciembre de 1925, bajo la dirección del joven austriaco (por entonces tenía 35 años) Erich Kleiber. Desde esa presentación rusa de 1927 hasta el montaje que ahora nos ocupa, del año 2010, el público no había vuelto a tener la oportunidad de disfrutarla en el país; y por ese motivo se ideó incluirla en la programación del Teatro Bolshoi de Moscú, confiando la parte musical a Teodor Currentzis y la escénica a Dmitri Tcherniakov, dos de las figuras más polémicas y a la vez alabadas del panorama operístico, no solo de Rusia sino a nivel internacional. Para añadir más expectación, este Wozzeck suponía la inauguración de las retransmisiones en vivo al resto de Europa y América desde el coliseo moscovita, ya que anteriormente solo se había retransmitido ballet.
La propuesta del director de escena, que siempre crea debate entre los espectadores, se aleja de la imagen marginal del soldado de baja categoría que vive en un mundo inferior y degradado. En esta producción, el protagonista es uno de los muchos trabajadores de clase media que vive en un edificio de alienantes apartamentos, con una esposa e hijo que no llenan su vida. Tampoco la de Marie es una vida plena, por eso, el primero tiene que contratar a actores que le hacen vivir situaciones límite (el capitán o el doctor), a lo “juego de rol”, y la segunda busca emociones en el tambor mayor, esta vez en un club decadente y solitario. La idea del juego de rol la repetirá Tcherniakov en la alabada Carmen de Aix-en-Provençe de 2017, dando una relevancia a Don José que a veces eclipsaba a la de la cigarrera. Visualmente, la propuesta es atractiva, pues se presenta un edificio en sección con un cuidado trabajo de iluminación. Dramáticamente es más discutible, pues a veces se aleja un tanto del libreto de Berg.
Con la elección de Georg Nigl, músico sensible que posee un gran talento para el teatro y que aborda roles que van desde Monteverdi (muy interesante su Orfeo en La Scala) a Sciarrino, el poliédrico personaje contaba con un digno intérprete. La suya es una recreación al que pocos peros se pueden poner (quizás ciertas nasalidades y un timbre poco oscuro) y se implica desde la primera página hasta el trágico final. Lo mismo podemos decir de Mardi Byers, una soprano con unos estupendos medios para Marie. La suya es una voz de característico timbre, rica en armónicos, compacta y moldeable, capaz de afrontar con igual seguridad la delicada nana del acto primero o la intensa escena de la lectura de la Biblia. El resto del reparto, sólido y en su mayoría de Rusia o Ucrania, cumple con creces su cometido y se implica sobremanera en la obra, destacando los papeles de Maxim Paster como capitán o Pyotr Migunov como doctor.
En una producción como esta, la dirección musical de Teodor Currentzis se nos antoja ideal, ya que con su gran temperamento y su minuciosa teatralidad consigue emocionarnos en cada cuadro. Tcherniakov y él ya habían trabajado en el polémico Macbeth de París, que también pudo verse en Madrid, por lo que ambos saben bien cómo combinar teatro y música, y llegan con esta colaboración a cotas más altas que con la ópera de Verdi. El suyo es un Wozzeck de marcados contrastes y variado juego dinámico, que tiene en los cuerpos estables del Bolshoi un vehículo de transmisión ideal.
Pedro Coco Jiménez