Elisabeth Schwarzkopf, Marga Höffgen, Ernst Haefliger, Otto Edelmann. Coro de la Sociedad de Amigos de la Música de Viena. Orquesta Philharmonia / Herbert von Karajan.
Warner, 825646337354 (6 CDs)
SU PRIMER BEETHOVEN
Algunos opinan que el mejor de los cuatro ciclo sinfónicos de Beethoven grabados por Karajan (el único que no es con la Filarmónica de Berlín) es el primero. Es posible. Aunque dejo claro que tampoco me parece uno de los mejores de la discografía: es una lástima que muchos aficionados a la música tengan en casa sólo uno de los suyos (casi siempre uno de los tres de DG: 1963, 1977 y 1984-86) e ignoren lo que los más grandes directores beethovenianos (de Furtwängler a Barenboim) han extraído de estas nueve obras imperecederas. Grabado entre 1951 y 1955 en tomas monoaurales, en 2014 han publicado la misma toma de la Novena Sinfonía (julio de 1955) también en stereo. Escuchada hoy, suena algo más nítida, por lo cual resulta incomprensible que no la hayan desempolvado antes.
En cuanto a las interpretaciones, observo repasando mis calificaciones que Karajan tiende a repetir los mismos presupuestos: la Primera siempre se le ha dado bien o muy bien (quizá, sobre todo, la última); la Segunda, enfocada como gemela de la anterior sin atender al considerable progreso que las separa, ha sido una y otra vez decepcionante. En la “Heroica” ha pinchado en todas las ocasiones en un cuadriculado, veloz y desprovisto de pathos primer movimiento, mientras que la Marcha fúnebre, aunque impactante, siempre resulta un poco ampulosa. La mejor de sus Cuartas es la más antigua; después ha fallado invariablemente en unos Adagios demasiado rápidos y carentes de poesía. La Quinta, en cambio, ha mejorado después de la de 1954: la frialdad de ésta da paso a versiones muy poderosas, un poco implacables y numereras (para saber lo que es la pasión desaforada y auténtica en el Allegro con brio es preciso escuchar la primera grabación de Solti con la Filarmónica de Viena, Decca 1959). Con la “Pastoral” Karajan nunca se entendió bien: su poesía, su lirismo, ternura y sensualidad se le escapaban. Aun así, la mejor de ellas (la menos mala) es la primera, grabada en 1951. Esta Séptima, de 1951, también la encuentro algo más espontánea y sincera que las sucesivas. La Octava no es para mí tan satisfactoria como la de 1963, pero claramente superior a la de 1984. Y en la Novena, con un movimiento inicial algo histérico, nunca Karajan se ha codeado con los más grandes. El Adagio no logra conmover, y al final le falta convicción. Flojo el Coro, admirable Schwarzkopf, espléndida Höffgen, tímido Haefliger y plano, insufrible Edelmann. La Orquesta Philharmonia aún no había llegado a su etapa gloriosa de Klemperer (1955-1973) y Muti (1973-1984); aun así, sus maderas ya entonces me gustaban más que las de Berlín. En resumen, estamos ante unas versiones más destacadas por su buena factura técnica que por hondura interpretativa propiamente dicha, en un buen reprocesado técnico de grabaciones de hace 60 años.
Ángel Carrascosa Almazán