Desde la grabación completa del excepcional piano de Béla Bartók por Zoltán Kocsis en la década de los noventa (Philips), todo piano de Bartók discográfico parece tener que pasar por ese filtro comparativo. Aquel Bartók, antológico, es el Bartók de raíz, el que remite a maestros como Sándor (antes) o Jenó Jandó (hoy), que en Naxos lleva camino de completar una integral sensacional. Es decir, un Bartók arraigado en su vertiente húngara, con acentos propios de la música popular que el mismo compositor fue grabando con un artilugio que desconcertaba a los campesinos y pueblerinos que el compositor hacía cantar para registrar sus melodías. Este Bartók del maestro Planes recibe un enfoque menos racial, más lírico, pero no menos bello. La dureza rítmica de una obra como la Sonata está igualmente subrayada, pero la tensión es relativamente menor. La Suite de Danzas es bellísima, como la selección (4 canciones antiguas) de las 15 Canciones de campesinos húngaros Sz 71. Tal vez lo menos interesante esté en una grácil interpretación de las 6 Danzas rumanas Sz 56, que contrastan con la maravillosa recreación de las 14 Bagatelas Op. 6, con destellos de la Segunda Escuela de Viena y una imaginación pianística desbordante, que se da la mano con la interpretación, igualmente genial y muy distinta, de Zoltán Kocsis.

Gonzalo Pérez Chamorro